| ꕥ | Capítulo uno

92 10 0
                                    

˗ ˏˋ la cosecha ˎˊ ˗

         𝒪niria pasó la yema de sus dedos índice y corazón por el  último trazado que había dibujado. Los embarró hasta crear la ilusión de difuminado que ella quería, y continuó difuminado hasta cubrir las sombras de una ala.

Dio un paso atrás para confirmar que el dibujo estaba quedando como se había imaginado. Oniria se pasó el dorso de la mano por su frente, retirando unas gotas de sudor del excesivo movimiento al dibujar.

Demasiado oscuro, tal vez... Pensó, ladeando levemente la cabeza. Debe ser por la poca iluminación.

—¿Es un sinsajo?

Oniria, sorprendida, apartó la mirada de la pared para posarla sobre su hermano de no más de nueve años, Otis. Él, al igual que ella, tenía el cabello azabache y rizado, piel pálida y los ojos de un profundo tono azulado. Vestía con un simple pijama deshilachado, que en algún momento fue blanco, pero ahora era similar al gris.

—Eh, enano...—Oniria se arrodilló ante él, para estar a su misma altura. Le apartó unos rizos rebeldes que cubrían sus ojos azules— ¿Qué haces despierto? Es muy tarde, cielo.

Otis se encogió de hombros de forma adorable, arrancándole una diminuta sonrisa a su hermana.

—No estabas conmigo—señaló él, como si fuera evidente—. ¿Por qué estabas despierta tu?

Oniria pestañeó, un pelín conmocionada por su repentina pregunta.

Ni ella misma sabía porque se quedaba despierta la noche previa a La Cosecha. Simplemente no podía dormir. Desde que cumplió los doce años, su nombre era incluido en la urna, y podía salir seleccionada. Y conforme pasaban los años, su nombre iba acumulándose más. En total, aquel año—y al tener dieciséis—, habían cinco papeletas con su nombre.

No le quitaba el sueño el poder ser seleccionada como tributo, sino el que, si era escogida, y perdía, su hermano pequeño quedaría desamparado. Solo tenía nueve años, ¡nueve! Y ella era la única familia que le quedaba.

El padre de los hermanos había muerto por unas toxinas en la mina, y su madre, una compositora de la taberna más conocida del Distrito 12, falleció por una grave pulmonía, dejándolos así completamente solos.

Oniria era quien lo acostaba, lo aseaba, y lo alimentaba. Era quien dormía con él, se inventaba cuentos y juegos para que Otis fuera feliz—o mínimamente, que se divirtiera—. Se tenían el uno al otro, y eso era más que suficiente.

Pero aquellas noches de incertidumbre, el no saber si al día siguiente volvería a casa con él...

—Quería dejarte una sorpresa—dijo Oniria finalmente, esbozando una tierna sonrisa.

Se puso en pie, agarrando a Otis de la mano, y lo guió hasta el mural que había dibujado. Era algo simple pero abarcaba toda la pared del salón. Un sinsajo surgía desde el centro, desplegando sus grandes alas. Nunca había visto uno, pero Oniria había leído varios libros, cogiendo referencia de ellos.

—¿Y bien? ¿Qué te parece?—inquirió ella, mirándolo de reojo.

Otis sonrió, dejando entrever la paleta que le faltaba.

—¡Es muy grande! ¡Es más grande que yo! ¡Podrías dibujar uno pequeño a su lado!

Oniria lo sujetó por las axilas y lo alzó, cogiéndolo así en brazos. Comenzaron a alejarse del salón, cruzando el pasillo para llegar a la única habitación de la casa.

—¿Y eso por qué?

—Porque así tiene un hermanito—afirmó Otis, estrujando la mejilla más próxima de su hermana mayor—, como tú.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 06, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

𝐄𝐍𝐃𝐆𝐀𝐌𝐄 || haymitch abernathyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora