Grace, Grace, Grace

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Grace Hollow

Vuelvo a reír por las palabras de Lupin.— No le encuentro la gracia a que casi me comiera la mano un gato. —reprime su sonrisa al replicar.

—Pero es muy divertido. —me siento más suelta y cómoda con él, después de que pasara un rato, y termináramos hablando de cosas vergonzosas. — ¿Cómo es posible que pasara eso? Los gatos son los más inofensivos de las criaturas muggles.

—Realmente no recuerdo —responde medio riendo. Uno de sus brazos permanece extendido encima del respaldo del sillón, pareciendo descomprimido. — era muy pequeño, y quería tocarlo, quería averiguar como se sentía su pelaje. De pequeño era curioso. — niega con la cabeza. — ¿A ti qué te gustaba de niña?

—Me gustaba jugar con la tierra. —sonrió algo avergonzada. A mi mente empiezan a llegar viejos recuerdos de aquellos momentos donde mi madre me dejaba en el patio trasero. — Parece extraño quizás, pero es muy común en el mundo no mágico, incluso puede ser divertido si tienes imaginación.

Su sonrisa parece sincera, como si no forzara a formarla y realmente fuera inconsciente. — Suena extraño, no lo voy a negar. Pero quien soy para juzgarte, solo un hombre al que casi lo muerde un gato.

Mi sonrisa se agranda mientras nos miramos mutuamente, no puedo evitar que la piel se me ponga de gallina por la emoción que me produce hablar con él en este momento. Y si esto es un sueño, que nadie me despierte.

—Profesor, está siendo una buena compañía —mis pensamientos son puestos en mi boca, no por voluntad propia, si no por necesidad de confesión.

Mis ojos van a la ventana después de dejar caer esas palabras, el silencio se prolonga por segundos. Afuera atardece, el brillo anaranjado ilumina el vagón de manera suave, sin ser lo suficientemente penetrante ni molesto.

—Puedes llamarme Lupin, o incluso Remus. Y tú también eres una buena compañía... —muevo mis ojos a él, encontrándome con que se muerde el labio inferior pensativo. — Nunca me dijiste tu nombre.

—Que tonta —me reprocho—. Grace Hollow, encantada, Lupin —extiendo mi mano abierta para luego tomar la suya. Es el enlace de nuestros dedos lo que genera una especie de cortocircuito en mi cuerpo y mente, su agarre se siente firme y gentil, pero su piel no es suave, llega a ser callosa, y no me molesta en ningún aspecto.

—El gusto es mío, Hollow —susurra sonriendo.

Escucho que mi apellido al salir de sus labios es diferente, como si saboreara decirlo de alguna manera. Cuando la comisura de sus labios se extiende siento un temblor en el estómago, mi cuerpo se estremece ante su mirada. No quiero que perciba mi reacción así que quito mi mano rápido, me hace sentir nerviosa.

—Creo que voy a buscar a la señora del carrito. —desvío la conversación— ¿Usted gusta algo?

—Estoy bien. —contesta, su boca se abre pareciendo que va a agregar algo más, pero no lo termina haciendo.

profesor; remus lupinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora