en un aula vacía y oscura

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Grace Hollow

Trago saliva después de que cerrara la puerta detrás de sí. Nos encontramos en un aula vacía del piso de abajo, hay una iluminación tenue, que viene de las dos velas sobre el macizo escritorio de madera. Me giro hacia la puerta, donde está el profesor Lupin observándome. Tengo la ligera sensación de acaloramiento, el bello de los brazos se me eriza.

—¿Qué era eso que quería decirme, profesor? —corto el silencio.

Me gusta tenerlo frente a mi, tener su completa atención sin nadie más que mire. Pero en este momento el recuerdo de que Kati y Fer están esperándome, me pone ansiosa.

—Si… Pero antes de decirle, quiero asegurarme de que no te pierdas la cena. —de su bolsillo vuelve a sacar su barita y hace un movimiento, escucho un suave ruido detrás de mí, como si se depositara algo sobre el escritorio. — Es muy importante alimentarse. —al mirar sobre mi hombro, el plato que había hecho aparecer en el comedor esta justo sobre la madera oscura. — Como profesor, me preocupa mucho la salud de mis alumnas y alumnos. Siéntate y disfruta, sé que está delicioso.

Me cosquillean los dedos de las manos, hace que me sienta dócil al seguir lo que me pide, me giro y voy a sentarme frente a la silla del escritorio, acerco el plato y levanto la mirada por unos segundos al profesor. ¿Él va a verme comer?

Casi como si supiera que pienso, camina hasta uno de los ventanales, y mira a través del vidrio con completo interés.

Inspiro tratando de calmar mi pulso acelerado, hace un rato no quería ni tragar un pedazo de papa, pero en este momento me siento con el estómago vacío, y empiezo a comer. El pollo está delicioso, casi jugoso, en el punto justo.

Mmm... —gimo. — Tiene razón, está perfecto.

El profesor Lupin parece estremecerse, un sacudo lo atraviesa, es casi imperceptible, pero pude ver como encuadraba los hombros por el rabillo del ojo. Mientras continúo comiendo mi último bocado no puedo evitar despegar mi mirada de su espalda, tiene las manos unidas detrás de él, y solo lo hace ver como un conquistador, si es que eso lo explica.

Lupin no solo es grande en altura, es corpulento, en la oscuridad te hace pensar que podría ser una de las armaduras que decoran el castillo. Me pierdo tanto en el sentimiento de seguridad que emana, que casi olvido tragar.

—Terminé —exclamo, limpiándome la comisura de los labios con el pulgar.

—Perfecto.

Al girarse sus ojos se conectan con los míos, como imán y metal. Me acomodo en el asiento y recuerdo la ropa que llevo, la verdad es que tengo que sostenerme un poco la túnica para no dejar ver lo corta que es mi falda. El profesor camina con el mentón levantado hasta donde estoy. Noto esa clara tensión entre ambos, es tan chocante que se huele, se ve y se siente.

El profesor Lupin se detiene del otro lado del escritorio. — La directora McGonagall me pidió que le notificara que mañana a las once de la mañana pidió verla, dijo algo de hablar sobre su situación actual.

Asiento, sin saber que más decir. — Esta bien, estaré ahí, se lo aseguro. —Lupin también asiente satisfecho. — ¿Era solo eso?

—Si, solo eso.

Me pregunto porqué entonces insistió en que debía ser en privado, si es algo que no especifica mucho, tranquilamente podría haberlo dicho frente a mis compañeros.

—¿Puedo retirarme? —pregunto, sin saber porque necesito su permiso para dar un paso. La sangre me bombea desesperada mientras el silencio se instala en el aula, entre ambos, como si él estuviera teniendo un debate entre dejarme ir o retenerme un poco más, quizás busca una excusa para hacerlo.

—Una cosa más. —interrumpe, y se relame los labios, acto que no dejo pasar. — Las contraseñas de las Salas Comunes son confidenciales, eso no se pasa por alto. —lentamente se inclina hacia mí, apoyando sus manos en el borde del escritorio, observo sus brazos endurecerse. — No haga que se le quiten puntos a la casa de Gryffindor por un simple chico.

Sus palabras son más que una advertencia sobre la contraseña de la Sala Común, el calor me recorre el pecho cuando se inclina un poco más a mí, casi teniendo a centímetros su rostro, se me acelera la respiración. No reconozco al hombre frente a mí, el profesor Lupin parece celoso, puedo afirmarlo cuando en sus pupilas brilla el amarillo. Su aroma se extiende por la habitación, el chocolate y su colonia llena mis pulmones, invade mi espacio personal a la distancia.

—¿Entendiste eso, Grace? —su voz es grave, pero baja.

Asiento, muda por la inmensidad de sentimientos que se me mezclan. No puede ser que sienta que es mi profesor y algo más...

—Grace, quiero que me contestes. Si, profesor, entiendo lo que me pide. —su tono baja un poco mientras se acerca, ya quedando a un acercamiento más de mi rostro.

—Si, profesor —trago saliva, no me reconozco al hablar, porque parece que fuera sexual. — entiendo lo que me pide.

—Puedes irte, jovencita.

—Claro. Supongo que nos veremos luego, profesor. —me levanto del asiento, su cuerpo recupera su compostura. Me observa y se endereza los lentes.

—De eso no tenga duda.

Salgo del aula y me quedo unos segundos respirando con irregularidad junto a la puerta, siento las mejillas arder tanto que me dirijo al baño para mojarme un poco el rostro. Luego voy directo a la Sala Común.

🦆:
pido perdón por la ausencia, la verdad no estaba muy inspirada, me queme la cabeza escribiendo esta historia y medio que me había cansado, pero volví jeje
espero que tengan un bello día, semana, mes y año🎀

profesor; remus lupinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora