JUNTOS

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Hubo una época en la que el evento sentimental de mayor peso entre Itachi y Deidara fue el dormir juntos, y aunque no fuera algo que hubieran planeado, se permitieron la dicha de permanecer en la compañía del otro hasta el amanecer, aceptando que por mucho que la enfermedad de Itachi hubiera sido una excusa perfecta, lo cierto es que desde hace tiempo habían estado reteniendo las ganas de hacer algo similar.

La atracción desde un principio fue intensa, llegando a transformar las cosas más pequeñas en motivos suficientes para realizar algo más significativo, aún si no lo hubiesen planeado. Deidara nunca pensó que un ataque de tos sanguinolenta pudiera terminar con ellos durmiendo juntos en el suelo de aquella azotea, así como tampoco creyó que su mala alimentación traería más consecuencias que un sermón y una dieta estricta. Sin embargo, haberse equivocado no le resultó amargo en lo absoluto, ya que por mucho que no fuera fanático de las revisiones constantes, su delicado estado de salud terminó provocando que Itachi tomara la drástica decisión de que lo mejor en ese caso era transformarse en un apoyo perenne, y para facilitar esa tarea había una sola solución.

Adiós a las visitas esporádicas, a las despedidas difíciles y a las cartas demasiado cortas que no alcanzaban a explicar todo. Oficialmente ya no sería necesario que ambos pasaran semanas ahogandose en ausencias llenas de anhelo...

Porque vivían juntos.

La idea había sido enteramente del Uchiha, ya que al estar esperando notícias en la sala de espera no pudo evitar recriminarse por muchas cosas. Los signos de la mala alimentación de Deidara siempre estuvieron presentes de alguna u otra forma, y sin embargo él no había podido dimensionar la gravedad del asunto como sentía que debió hacerlo. Creyó que quizás se debía a su pésima costumbre de solucionar todo dándole espacio, cuando lo mejor habría sido intentar hablar sobre el tema por mucho que pudiera resultar incómodo. Estaba consciente de que Deidara no era la clase de persona que pedía ayuda aún cuando la necesitaba, sin embargo, él tampoco lo era y a pesar de ello le tuvo casi siempre a su lado cuando sufrió recaídas fuertes, demostrándole que no era necesario conversar sobre los problemas para servir de apoyo mientras se buscaba resolverlos.

Itachi no tomó la iniciativa de hablar de su enfermedad, tampoco le enseñó a hacer el té que servía para sus pulmones. Esas fueron cosas que Deidara hizo por su cuenta porque sabía de antemano que él no era una persona que disfrutara hablando de si mismo, especialmente con tanto que reprocharse. A partir de entonces aquel chico siempre encontró la manera de ayudarle, y saber que sus tácticas no habían sido igual de efectivas como la suyas le hizo sentir frustrado, pero principalmente impotente.

Se suponía que se conocían lo suficiente como para intuir aquella clase de problemas, y sin embargo él estaba allí, sentado y con sus pulmones funcionando mientras que Deidara yacía inconsciente en una camilla por culpa de algo que él no había podido notar a tiempo.

No podía evitar sentir que le había fallado, que no pudo retribuir la misma dedicación que recibió de él, y fue por ello que decidió hacer algo al respecto.

No estaba del todo seguro si era una buena idea invadir por completo su espacio tan rápido, pero terminó de convencerse cuando le vió sufrir con cada cucharada de sopa que Kaiyah le trajo a las dos horas de dejarlos solos. Sin poder contenerse, Itachi intentó volver el ambiente más amenos al hablarle de Akatsuki, así como de los rumores que giraban en torno a sus futuros planes y el revuelo que eso trajo al equipo. Probablemente no era el tema de conversación más interesante que existía, pero a Deidara le distrajo lo suficiente como para comerse más de la mitad del pequeño tazón. Seguía siendo bastante difícil, pero la compañía le sirvió para olvidar un poco aquella ansiedad que le imposibilitaba tragar, y al notarlo, Itachi terminó de certificar su decisión.

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