Klaus Mikaelson a lo largo de un eterno milenio recibió centenares de títulos por parte de las personas que tuvieron la infortuna de conocer sus malignos alcances de primera mano; El híbrido original, el gran mal, el lobo feroz o cualquier otro sinó...
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xiii. The Fugitive
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Mystic Falls, Virginia, 990 D.C
-¡Auch!-El rubio de doce años pega un brinco retorciéndose en la cama, adolorido por el trapo que le raspa la herida en carne viva a un costado del abdomen-No me da la impresión de que quieras ayudarme, hermano.
Elijah Mikaelson con catorce años prosigue frotando de adentro hacia afuera eliminando cualquier rastro de sangre o suciedad con apoyo del paño mojado de vino, su hermano menor arquea la espalda en respuesta y se muerde el labio inferior para no chillar a causa del ardor punzante-Me lo agradecerás cuando no se te infecte-El castaño se volvió experto en cuidados antisépticos en consecuencia a las brutales palizas que su padre le propinaba constantemente a Klaus y a Krista, los mellizos acababan con la piel abierta en el "mejor" de los casos y era Elijah quien acudía a socorrerlos con su improvisado y primitivo botiquín de primeros auxilios.
La única vez que se vió incapacitado para intervenir, ocurrió cuatro años atrás el día que Krista sufrió una grave caída y no permitió que nadie se le acercase a ayudarla con las lesiones, ni siquiera facultó que la consolaran, en tanto el mayor curaba los latigazos que Klaus se llevó por defenderla, ella le repartía manotazos y patadas a su madre obligándola a retroceder, sus hermanos cerraron el pico al contemplarla en ese estado, había llorado suplicante por los cuidados de Esther, más cuando la tuvo cerca algo en Krista despertó y como un animal acorralado sacó las garras para defenderse.
Klaus supuso que se hallaba resentida porque su progenitora no abriese la boca para socorrerlos, o bueno, al menos es así como él se siente cada vez que su madre enmudece consintiendo los abusos de su padre, antes era abordado por la tristeza de ser ignorado por la mujer que debía protegerlo a capa y escapada, en cambio, últimamente que nuevos sentimientos tocaban a la puerta de la pubertad, una corrosiva afección de rencor se le estaba encarnando en la piel.
