1.

53 8 7
                                    

"Si lo deseas, entonces serás mi fuego

Y yo seré tu gasolina

Me estoy cansando de todas las patadas

Esta ciudad me está vendiendo".

LA NOCHE DESPUÉS DEL ECLIPSE.

Gavin lo observó con una expresión escéptica... tenía su ceja alzada y una mirada de completa incredulidad ante los intentos desesperados del hombre frente suyo, en su habitación, de liberarse de la soga que unía sus manos.

—Estás... tu brazo esta jodidamente desangrándose, ¿sabes?— Gavin le intentó explicar, en vano. —Lo único que vas a lograr es empeorar las cosas, sí tan solo...—, levantó sus manos para tomar las muñecas del otro y así evitar que continuara moviéndose. Pero antes de poder hacerlo, el hombre escupió su rostro. Gavin frunció su ceño, limpiando la saliva del otro: —¿¿Quieres que te golpe??

Gavin realmente, realmente quería hacerlo. Él era fuerte, seguramente con un golpe seco en su estómago podría dejarlo en su inconsciente: pero no. Quería, más no debía, porque Hank le dijo específicamente que lo cuidara, sin un solo rasguño.

Let me go, Heathen!— por supuesto, no entendía lo que decía, pero por su expresión entendía que el hombre le ordenaba algo. Seguramente que lo dejará ir. Gavin rodó los ojos.

Había escuchado «Heathen» antes, y aunque no sabía la traducción literal al español, probablemente era la manera en la que los cristianos se referían a hacia ellos. El hombre de piel pálida lo miraba con recelo y odio, mientras el hombre de la cicatriz intentaba quitarle la vestimenta superior para ver la herida en su brazo.

—¿Crees que quiero ayudarte? Odio esto tanto como tú, te lo aseguro, así que quédate quieto— le ordenó, con un tono serio, —No voy a hacerte nada, solo quiero detener ese maldito desagrado y patearte el culo de aquí.

Don't-touch-me—, repitió como por decima vez en la noche, siempre lo hacía cuando Gavin intentaba acercarse a su ropa o cuerpo, así que creyó que se refería a que no lo tocará.

Pero eso a Gavin no le importaba en absoluto, continuo hasta romper su ropa y bajarla por sus hombros hasta sus codos. Su pecho quedó desnudó, entonces el hombre blanco lo cubrió con sus manos atadas.

—¡Let me go!— gritó el hombre. Gavin le pidió paciencia a su dios.

—¡Deja de gritar! ¡Eres muy ruidoso!— Gavin siseó, cubriendo sus oídos con sus manos, —ugh, mis oídos sangraran si sigues chillando. Te dije que no iba a hacerte nada, maldición— él miró las manos del otro hombre cubrir su pecho, —¿Por qué te cubres?—, preguntó incrédulo, —Yo tampoco tengo algo que cubra mi pecho, no te avergüences, hombre.

What?— el hombre le hecho una mirada completamente confundida y dejó de moverse por desconcierto, observando cómo el hombre de la cicatriz tocaba su propio pecho para resaltar su punto.

Aprovechando este hecho, Gavin tomó rápidamente el brazo del hombre y buscó la herida con sus dedos, siguiendo el resto de la sangre. Por suerte, la bala no estaba adentro de la piel: quizás simplemente rozó su brazo y por eso estaba perdiendo sangre.

—Tienes suerte, eh— Gavin envolvió un pedazo de tela alrededor de la herida del cristiano, —Sí fuera por mí, ya estarías muerto—, hizo un nudo y apretó con fuerza. La tela rápidamente se manchó de rojo y se oscureció. El prisionero lo miró fijamente y Gavin golpeteo la frente del hombre con sus dedos, cómo lo hacía su líder.

Forever and ever moreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora