CAPÍTULO II 04

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JUNGKOOK

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JUNGKOOK

Aun mis manos recuerdan la cercanía de su pequeño cuerpo, como su idílico aroma se impregnó en todo mi ser, el deseo de quitar su ropa que estorbaba aún está en mi mente. Estoy entre el dilema de controlar mis impulsos o hacerla mía en este momento.

Estoy en los límites de la cordura llegando a la demencia.

Siento la rigidez de su cuerpo junto al mío, no puedo dejar de ronronear en su cuello, me está excitando y Zac lo está disfrutando también. No puedo dejar que esto me consuma, me hace hacer cosas que jamás haría ante una mujer. Ellas son las que me buscan, yo nunca me doblego a ellas.

Y por primera vez mi cuerpo experimenta estas sensaciones. No lo sé, pero me siento distinto. Su corazón está palpitando demasiado rápido y escucho fuertemente sus latidos en mis oídos, su olor, las lágrimas las estoy oliendo. Ese sentimiento de molestia en mi interior es reclamado por Zac, también siento molestia al ser yo el causante. Está asustada e intento solucionarlo.

Cuando siento sus pequeñas y cálidas manos en mi pecho, una corriente eléctrica se siente en todo mi cuerpo. Estoy seguro de que mi virilidad reaccionó allá abajo sin necesidad de estimulación alguna. No puedo controlarlo, solo por un maldito toque de esta pequeña niña ya ha dado un vuelco en mí.

Ella trata de alejarme, pero no puedo dejarla, así que fue inevitable no soltar un gruñido de mi interior, mi bestia animal le había advertido, y yo estaba de acuerdo con ello. No quiero apartarme, me siento a gusto aunque no quiera estarlo. Me siento muy cómodo, como nunca antes lo había estado, es muy extraño. Odio tener esta estúpida descendencia sobrenatural.

Siento su cuerpo temblar ante mi advertencia, y deja de moverse. Me tranquiliza y me percato de que ejercía un poco de fuerza, temía romperla. Afloje un poco mi agarre dando caricias con mi nariz en su cuello, quiero que sepa que todo está bien..., no intento lastimarla, jamás lo haría. ¡Maldición! ¡No sé qué diablos está ocurriendo!

Suelta un quejido de sus labios y las alarmas se instalan en mi cabeza, algo le duele y no sé qué es, hasta que se remueve en mis brazos. Es tan ligera que no fue nada difícil sostenerla en el aire en esta posición. Su espalda. Es su espalda. Aspiro su aroma nuevamente grabando su fragancia, quisiera que ella tuviera mi olor mezclado al suyo, que sepan que nadie puede acercarse. Tiene dueño y soy yo.

Mire su rostro y clavo, mis ojos en los suyos, sus hermosos ojos color miel. No quiero apartarme, quiero verlos un poco más.

¡Mía! ─ Zac suena en mi cabeza.

Nuestra ─ Le respondo por el link.

Su rostro hace una expresión de sorpresa y después cambia a confusión al mirar mis ojos.

Por una mierda, mis ojos.

No estoy seguro, pero creo que pudo haberlos visto cambiar.

Un jadeo sale de sus belfos y mira hacia todos lados asustada, eso me enfurece. Ver la manera en que corría hace unos minutos o de quien escapaba me hace hervir la sangre.

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