No merecía esto. Eché un vistazo a mi puño de nudillos blancos y luego al bulto en mis pantalones. ¿A quién carajo engañaba? No era un hombre bueno. Podía tomar lo que quisiera, ¿por qué me privaba cuando Hoseok estaba dispuesto? Lo deseaba, y Hoseok deseaba. Siempre me enorgullecí por mi control, así que, ¿por qué estaba tan asustado de perderlo alrededor de él?
Sin pensarlo mucho más, fui en busca de mi esposo. Aún no estaba seguro de lo que haría una vez que lo viera, si finalmente escucharía la voz crepitando en mi cuerpo exigiendo reclamarlo.
Abrí la puerta del dormitorio y encontré a Hoseok en la cama. Su albornoz completamente abierto, sus piernas ligeramente separadas y sus elegantes dedos largos acariciando su entrada. Dejó escapar un gemido que sentí en cada maldita fibra de mi cuerpo y jadeé sin aliento sabiendo que la batalla con la que había luchado estas últimas semanas estaba perdida.
No tenía sentido intentar detener lo imparable. Esta noche lo haría mío.
Los ojos de Hoseok se abrieron en estado de shock. Retiró la mano, cerró la bata e intentó levantarse de la cama.
Me moví sin pensar, bloqueándole el paso. Me miró conmocionado, sus dedos aún presionados en su bata, privándome de su hermoso cuerpo.
—No —solté, más allá del deseo pulsando en mi cuerpo.
Me incliné sobre él, obligándolo a retroceder y él cedió, acostándose y mirándome con los ojos completamente abiertos. Olía delicioso y su mano soltó la bata finalmente, dejándola caer, descubriéndola ante mí. Me incliné aún más bajo. Este omega era mío, cada centímetro de él. Y pronto estaría enterrado en él.
Apoyé mi peso en un brazo y separé las piernas de Hoseok con mi rodilla. Su entrada resplandecía con su excitación, y por un segundo quise desabrocharme los pantalones y tomarlo justo en ese momento. Tal vez entonces se daría cuenta de la clase de hombre que era.
Acuné su pezón, sintiendolo endurecerse contra mi palma. Hoseok era jodidamente receptivo, tan listo para ser tomado. Pellizqué su pezón, una advertencia y una promesa, intentando ver si en realidad podría tomar lo que recibiría. Si entendía que esto no sería hacer el amor, esto sería yo reclamándolo, yo arrancándole su inocencia. Hoseok se arqueó con un gemido, y perdí la razón. Tiré de su pezón, coaccionando más gemidos de sus labios separados. Sus ojos estaban en mi cara, llenos de necesidad y sorpresa. Balanceó sus caderas con cada tirón de su pezón. Esto lo estaba excitando. Era obvio lo inexperto que era su cuerpo, lo dispuesto a someterse al placer. Le demostraría gran parte de ello. Su pezón estaba rojo de mis atenciones y no pude resistir más. Me agaché y chupé la protuberancia sedosa en mi boca, disfrutando lo duro que estaba por la excitación.
Hoseok se animó, necesitando más, exigiendo que le diera lo que necesitaba. Pero tenía que aprender que jugábamos esto solo según mis reglas. Agarré sus caderas y lo presioné contra la cama. Él movió su miembro contra mi rodilla, y apreté aún más mi agarre.
Rocé su pezón con mis dientes como advertencia y Hoseok gimió, sacudiendo su miembro contra mí nuevamente.
Mis ojos se centraron en su rostro, en la inocente rendición en su expresión. Se sometía a mí, confiaba en mí. Alcancé su rodilla y abrí sus piernas aún más. No hubo resistencia. Su cuerpo estaba listo y parecía más que dispuesto, pero me obligué a decir:
—Dime ahora si quieres esto.
El pecho de Hoseok cayó pesadamente. La comprensión destelló en sus ojos, esto era todo. Medio esperé, medio temí que dijera que no.
—Quiero esto.
—Bien. —Dirigí mi atención hacia su otro pezón, provocándolo con mi lengua mientras mis dedos encontraban su entrada empapada. Presioné su centro y Hoseok explotó de inmediato, gritando y temblando. Estaba tan jodidamente húmedo, tan cálido y los sonidos escapando de sus labios fueron directo a mi polla. Era como la pólvora. Hoseok levantó los ojos casi desafiantes. Oh, amaría someterlo ante mí en la cama.
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nothing without you, vhope
Fiksi PenggemarUn hipócrita. Un mentiroso. Un asesino. Eso es lo que yo era. Capo. Jefe. Juez sobre la vida y la muerte. Esa es la razón por la que aún estaba aquí, y no muerto por mis crímenes, por mi traición. Mi vida era una historia de traición. Había tenido q...