12 años después...
Sostuve la mano de Sun-hee, presioné mis labios contra sus nudillos. Su piel lucía pálida, su respiración laboriosa, dolorosa... Levanté mis ojos y la encontré observándome con unos cansados ojos tristes.
—Lamento que nunca pude darte hijos.
Sacudí mi cabeza, toqué su mejilla y presioné un beso en sus labios secos.
—Sun-hee, nada de esto importa.
—Todo esto es parte del plan de Dios, mi amor.
No dije nada. Durante todos estos años, la fe de Sun-hee nunca había sido algo que compartiera, sin importar lo duro que lo intentara. No era creyente, ahora menos que nunca. Si había un Dios y este era su plan, jamás lo perdonaría.
—No... no estés enojado. No dejes que te consuma.
Le habría dado el mundo. Pero esto no era algo que pudiera prometer. La ira ya hervía en mi pecho, esperando a derramarse.
—¿Rezarás conmigo?
Acuné sus manos, asintiendo y bajé la cabeza. Las oraciones susurradas de Sun-hee rebotaban en mi desesperación creciente. Sun-hee era lo único bueno en mi vida. Me contrastaba. Sin ella... ¿en qué me convertiría?
La morfina no era lo suficientemente fuerte como para hacer que las horas de vigilia de Sun-hee fueran soportables; a menos que los médicos le dieran tanto que su estado fuera casi comatoso.
Sostuve su mano mientras ella gemía, su rostro completamente hundido. Pocos de mis enemigos habían sufrido bajo mi tortura tanto como Sun-hee en los últimos días de su vida. No era justo. Nada podría hacerme creer lo contrario.
—Sé que el suicidio es pecado, pero quiero que esto termine. Solo quiero que se detenga. —Tragó con fuerza—. No puedo... aguantar más.
Me quedé helado. Había sabido que era solo cuestión de tiempo antes de que tuviéramos que despedirnos, pero las palabras de Sun-hee arrojaron la cruda realidad contra mi cara.
Besé su mano.
—En realidad, no es un suicidio si la muerte viene a través de mi mano, mi amor.
—Taehyung...
—He hecho cosas peores. —Eso era mentira. Esto rompería la última parte humana en mí, pero si alguien valía ese sacrificio, era Sun-hee.
—¿Estás seguro? —Habría discutido conmigo en el pasado, recitado pasajes de la Biblia, apelado al bien en mí. Que ella ni siquiera lo intentara demostraba lo malo que era.
Asentí.
—Puedes dispararme. Eso es rápido y fácil para ti.
Nada de esto sería fácil. Y nunca deshonraría a Sun-hee al matarla como lo haría con un maldito traidor.
—No te preocupes por eso. Mañana todo habrá terminado y tú estarás en un lugar mejor.
No creía en el Cielo o el Infierno. Si lo hubiera, nuestra despedida sería eterna.
Esa noche fue la última que pasé con Sun-hee.
Cuando me acerqué a la cama, Sun-hee sonrió débilmente. Sabía lo que estaba a punto de hacer y el alivio brilló en sus ojos. No había discutido los detalles con ella. Siempre prefirió mantenerse en la oscuridad con respecto a los lados brutales de la vida. Metí la mano en el bolsillo de mi pantalón y saqué la jeringa con la insulina. Me acosté en la cama junto a Sun-hee y acaricié algunos mechones de su suave cabello. Mechones grises se mezclaban en él, como las arrugas alrededor de sus ojos y boca, marcas de su batalla contra esta enfermedad demoníaca. Una batalla que perdió.
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nothing without you, vhope
Fiksi PenggemarUn hipócrita. Un mentiroso. Un asesino. Eso es lo que yo era. Capo. Jefe. Juez sobre la vida y la muerte. Esa es la razón por la que aún estaba aquí, y no muerto por mis crímenes, por mi traición. Mi vida era una historia de traición. Había tenido q...