Ciego, mudo y sordo por el infierno

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-Narra Nora-

Regresé al palacio de Troya, pase la noche teniendo pesadillas en las que salía Briseida matándome y al lado Aquiles riéndose, luego aparezco en un lugar con muchos espartanos que me quieren violar, luego aparezco con Patroclo besándonos hasta que veo a Héctor clavarle la espada luego me despierto sudando, llorando y lo único que puedo hacer es intentar volver a conciliar el sueño otra vez.

Al amanecer me arreglé como de costumbre, me fui a desayunar y durante toda la mañana miraba a Héctor con odio y todos lo intentaban mantener alejado de mi, y con razón, si lo llego a coger solo juro que lo mato.

En un momento empezamos a escuchar a alguien gritar el nombre de Héctor fuera del palacio, me asome y era Aquiles.

Venia a vengar a Patroclo.

-Narra Héctor-

Estaba con mi mujer y con mi hijo hasta que oí mi nombre, esa voz, supe que era Aquiles, llevé a mi mujer a un túnel.

-Si pasa algo, lo que sea, porfavor no me olvides, cuida a mi hijo, este túnel lleva a las afueras de Troya, úsalo si es necesario, te quiero mucho mi amor.

Dicho eso la besé y luego a mi hijo.

-¿Porque dices eso Héctor?, tu no vas a morir, vas a vencerlo, ya verás!

-Aunque gane esta batalla y me deshaga de Aquiles, Nora me tiene marcado, me quiere matar, no se porque le tenía tanto cariño a Patroclo pero me tiene como su mayor enemigo.

-Lo vas a hacer bien mi amor, estate tranquilo, lucha y verás que ganarás.

Di un último beso a mi mujer, a mi hijo, a mi hermano, a mi padre, me puse mi armadura, mi espada, mi escudo y salí, ahí estaba él, mi destino.

-Narra Aquiles-

En cuanto lo vi salir, mi mirada se llenó de odio.

-El león contra el príncipe, curioso, no?

-Has venido a luchar, hagámoslo, no tengo miedo.

-Mataste a Patroclo, lo degollaste, lo dejaste desangrándose y tuvo que ir Nora a cerrarle los ojos porque tú no tuviste el valor de hacerlo- dije gritando.

-Mate a un niño, a un crío, no era mi intención, yo te queria matar a tí, si lo hubiera sabido hasta lo protegería.

-Te voy a dejar sin ojos, sin orejas y sin boca, quedarás mudo, sordo y ciego vagando por el infierno y serás conocido por ser el hijo de la gran puta que pensó que mato a Aquiles.

El se preparó y yo hice lo mismo, empecé a luchar, nuestras lanzas chocaban entre ellas y contra los escudos, Héctor se iba cansando según golpeaba, en un momento le rompí la lanza y saqué mi espada, Héctor repitió mi acción y empezamos a luchar con ellas.

En un momento iba a darle un golpe brutal que podría matarlo pero antes de que pudiera hacerlo el gritó y cayó de rodillas para luego quedar tirado en el suelo, atrás vi a Nora, mi guerrera, estaba ahí quieta, mirando el cadáver de Héctor.

-Esto es por Patroclo.

Dijo y luego escupió el cadaver de Hector, se guardó la espada, y se fue sin siquiera mirarme.

-Nora, espera!

Intenté que me hablara pero fue en vano, entró al palacio, cerraron las puertas, cogí el cadáver de Héctor lo até a mi carroza y volví a Esparta arrastrando su cuerpo por todas partes hasta mi tienda de campaña, en ella puse el cadáver y me quedé llorando por ella, por Nora.

Mi corazón derretido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora