A Court of Stars and Shadows [¡Pausada!]

VIII

—Cassian—llamé y el Ilyrio volteó a verme

Sabía que estaba a punto de irse a dormir, pero solo había una persona que podía responder a todas mis preguntas y no iría sola a verlo.

—Vel, yo lamento mucho si te hice creer que desconfiaba de ti...

Asentí.

«Entendía su desconfianza. En cierta forma»

Había estado lejos de casa por más de un siglo y ellos tenían que acostumbrarse a mi presencia. Aún así, aún me sentía un poco molesta.

—No hay problema—contesté, buscando la forma de de decirle lo que quería—. Yo... necesito que me ayudes en algo.

—Dime.

—Quiero ir a ver al tallador de huesos—solté rápidamente—, y quiero que tú me acompañes.

Me miró estupefacto, la duda brillando en sus ojos.

—¿Ahora?—preguntó y asentí—. ¿Por qué?

Al menos eso no era una negativa.

—Te prometo que luego te contaré—me acerqué—. Pero debo hacer esto y no quiero ir sola. Por favor
acompáñame.

—Rhysand me matará si sabe que te llevé

Negué.

Mi hermano estaría curioso, pero no creía que enojado. Yo era una adulta, y no visitaría al Tallador por mero capricho.

—Me aseguraré de que no—lo miré con súplica—. Por favor...

Me miró dudando e hice un puchero, creyendo que tendría que rogarle o buscar a Azriel para que me acompañara. «Es a quien menos quiero cerca en este momento. Mi reacción a su cercanía es... nueva, rara»

—Está bien—accedió Cassian

—Gracias—dejé un beso en su mejilla antes de tomar su mano—. Vamos

Se quedó aturdido por unos segundos, haciéndome enarcar una ceja.

—Ah, si, vamos—carraspeó antes de tomar mi cintura y llevarnos

Me aferré a su cuello mientras volábamos hacia la prisión y sentí su pesada respiración chocando contra mi hombro.

—Tú también puedes volar—comentó como si apenas estuviera recordando ese detalle.

Asentí.

—Si, pero sinceramente estoy tan nerviosa que creo que me caería.

Rió secamente, apretando sus brazos alrededor de mi.

Una vez llegamos fuera de la prisión caminamos y escalamos hasta por fin llegar al espejismo que borré, dejando ver la verdadera prisión.

Escaleras... eternas escaleras. «Joder, eso iba a estar cansado»

Cuando entramos, todo estaba oscuro, tenebroso, tanto que me aferré al brazo de Cassian cómo si mi
vida dependiese de ello.

—¿Tienes miedo?—susurró e incliné la cabeza de un lado a otro

—¿La verdad? No lo sé, Cass.

Sonrió al escuchar la manera en la que lo llamaba cuando era más pequeña.

Hasta ahora notaba que sus alas estaban retraídas para que no chocaran con las paredes de piedra y su semblante era bastante serio, a excepción de la pequeña sonrisa en sus labios.

El lugar era aterrador, pero ambos sabíamos lo suficiente como para estar seguros de que no nos harían daño. Sin embargo, había que tener cuidado. Eran engañosos. Y chismosos.