XV

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—Hola—me senté junto a Azriel al salir al balcón y él levantó la vista de sus manos para fijar sus ojos en mi. Le sonreí—. Pasé toda la noche leyendo.

Levantó las cejas, la diversión llenando sus ojos dorados.

Dos días habían pasado, dos días en los que me había devorado ese libro que me había dado y había estado practicando a más no poder.

—Me alegra que te gustara—sus sombras comenzaron a acercarse a mi mientras yo alternaba la vista entre él y Velaris con su majestuosa vista nocturna.

—Aprendí a hacer algo y... quería mostrarte—comenté distraídamente y me miró con interés—. No sabía que mi luz en realidad venía por las estrellas de la corte noche, la niebla por la oscuridad de la noche.

Asintió.

—Lo estuve leyendo para entrenarte—dijo—. Sin embargo, yo no lo terminé en tres noches.

—Me gusta mucho leer—jugué con el dobladillo de mi vestido, porque no sabía si sus palabras habían sido un reproche o una broma. «Esto era tan tonto...»

—Seguro que si—rió, y fue el sonido más melodioso y hermoso que hubiera escuchado nunca—. ¿Me muestras lo que aprendiste?

—Ah, si—respiré profundo

Levanté mis manos y le di una pequeña sonrisa antes de dejar que la luz fluyera junto con la niebla, juntando ambas manos para permitir que lo que deseaba poniendo orden a ambos dones se mostrara.

Cielo nocturno y estrellas se formaron con mis poderes, dejando ver una hermosa vista de un cielo repleto de estrellas brillando como luces en contraste a la noche. No cualquier cielo, el de Velaris.

El cantor de sombras miró todo maravillado y una gran sonrisa se instaló en mis labios al ver un fugaz brillo en sus ojos.

Sus sombras intentaron deslizarse por mis manos pero una fuerza las detuvo haciéndolas sisear descontentas. «El anillo»

Azriel frunció el ceño ante eso y yo dejé que mi creación se desvaneciera poco a poco hasta que no quedaba nada en mis manos.

—Eso fue muy hermoso—murmuró asintiendo, con una pequeña sonrisa de orgullo que me calentó el pecho—. Lo haces muy bien, Vely.

—Eso es gracias a ti—le sonreí—. Tú me ayudaste a que pudiera hacer eso.

—Solo te di un empujón con ese libro, el resto es mérito tuyo—sus dedos índices trazaron una caricia por mis muñecas y el toque hizo que sus sombras pudieran rozarme la piel envolviéndose en mis brazos.

Como hechos para el otro, la niebla mezclada con algunos destellos de luz se entrelazaron con estas, dejándonos ver la hermosura de tres dones.

Azriel me miraba fijamente, sus ojos recorrieron mi rostro y mi corazón saltó cuando se inclinó un poco en mi dirección.

Intentó tomar mi mejilla con su mano pero se detuvo a pocos centímetros, por lo que incliné mi cabeza hacia su mano dejando que entrara en contacto con mi rostro.

Su pulgar trazó suaves caricias en mi mejilla que me hicieron suspirar mientras sentía como mi corazón latía desbocado.

Lo miré a los ojos mientras acercaba su rostro al mío y nuestros labios se rozaban haciendo que mi piel se calentara y mis ojos se cerraran.

Entonces sentí un ligero roce en mi mejilla casi inexistente que me hizo cerrar los ojos y esperar. Y esperar.

Para cuando abrí los ojos, el cantor de sombras ya no estaba, y mi corazón que antes latía de emoción ahora latía por decepción.

Lágrimas se acumularon en mis ojos y fijé mis manos en la niebla que se envolvía a mi alrededor, como si mi propio poder intentara consolarme del dolor que comenzaba a sembrarse en mi pecho.

***

—Casi nos besamos—le solté a Rhysand cuando me senté frente a él en la sala de la casa

Las cejas de mi hermano se levantaron y una sonrisa casi se formó en sus labios, pero toda intención de ella cayó cuando sus ojos recorrieron mi expresión.

»Él se fue, Rhys—murmuré—. Yo... le mostré algo que había aprendido, casi nos besamos y en cambio rozó mi mejilla y se fue—reí secamente—. ¿Por qué se supone que estoy siendo castigada?

Su ceño se frunció y de inmediato se inclinó y me miró a los ojos tomando mis manos entre las suyas, con su niebla acariciando mi piel como si intentara consolarme. Tal como la mía anoche.

—No estás siendo castigada por nada, Vel—apretó suavemente mis manos—. Azriel... es complicado, tiene muchas cosas en su cabeza y... tú volviste hace poco.

—¿Es porque no recuerdo, Rhys?—mis ojos se humedecieron—. ¿Es porque...?

—Es por él—me interrumpió con dureza, el enojo de repente tensando sus rasgos—. Eres su pareja, tú lo sabes, lo sientes; él también lo hace, pero es complicado para él. Igual que lo es para ti.

—¿Sabes? Creo que llegué a la conclusión de que probablemente él no sienta este lazo sino... que simplemente es curiosidad—me encogí de hombros—. Ya sabemos que a él le gusta Mor...

Es decir, Mor era increíblemente hermosa. Azriel había estado enamorado de ella por tantos años y... eso no iba a cambiar. No por mi.

—Escúchame, Velarya—interrumpió de nuevo—. Pies en la tierra, ¿me escuchas?—exigió y asentí—. Deja de matarte la cabeza. Y me encantaría poder decirte tanto en este momento, pero la historia de Azriel es suya y no tengo derecho a contarla.

—Ya lo sé, yo... no vine aquí para que me dijeras nada. Yo...—me encogí de hombros— creí que necesitaba a mi hermano.

En menos de dos segundos Rhysand estuvo a mi lado, envolviéndome entre sus brazos y permitiéndome enterrar mi rostro en su pecho mientras él acariciaba mi cabello tal como lo hacía mamá cuando yo lloraba.

Casi sonreí, pero recordar a mi madre solo agrandó todo y me hizo soltar lágrimas, sintiéndome mal por hacer lo que por años me habían ordenado que no hiciera. «Llorar»

Pero se sentía bien tener unos brazos familiares, alguien que... no quisiera castigarme por mostrar debilidad. Como nuestro padre. Como el rey.

A Court of Stars and Shadows [¡Pausada!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora