Capítulo I pt.3

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Sentía cómo mi corazón golpeaba con fuerza contra mi caja torácica.
Los oídos me zumbaban y sentí como si mi temperatura corporal descendiera de golpe a grados bajo cero.

Abrí la boca tratando de llevar algo de oxígeno a mis pulmones pero era muy difícil, sentía que cientos de agujas me pinchaban.

Mi cabeza daba vueltas.

Esto no podía ser cierto, debería estar soñando.

Tal vez había fallado y aún seguía en el otro mundo, ya que la persona que se encontraba enfrente de mí no podía ser real. No podía.

Observé al hombre detenidamente tratando de encontrar alguna diferencia significativa con la persona de quien creía que se trataba.

El lado derecho de su rostro estaba marcado completamente por una profunda cicatriz. Al verla de inmediato recordé las palabras de Rin:

“Una roca aplastó completamente el lado derecho de su cuerpo”.

Apreté los labios con fuerza y traté de contener las lágrimas.

Sus ojos eran diferentes. Del lado izquierdo poseía un Sharingan y del lado derecho un ojo que jamás había visto antes. Tenía un patrón de onda que se extendían a lo largo del globo ocular con un iris de color púrpura grisáceo.

Temblé y dejé de observarlo.

Llevé mis ojos hacia su cuerpo. Era alto, llevaba el cabello corto y de un color azabache que me resultaba muy familiar.

Tragué saliva con dificultad y retrocedí mientras me esforzaba en no caer inconsciente debido a las intensas emociones que me golpeaban todas a la misma vez con una increíble fuerza.

— ¿Quién eres? —me obligué a preguntarle.

El hombre me observó fijamente con esos ojos que desbordaban poder.

— Sabes perfectamente quién soy, Uchiha Kaori —se acercó tanto que por querer evitarlo tropecé y me caí al suelo. Él se agachó y rozó con la yema de sus dedos mi mejilla—. Sientes cómo mi sangre te llama.

— No... —los ojos se me nublaron debido a las lágrimas—. No puedes ser él... Obito murió, él... Él se marchó hace mucho...

El hombre puso una mano sobre mi hombro y se acercó pegando su boca a mi oído.

— Soy yo —susurró.

Enseguida la habitación en la que estábamos desapareció.

El hombre me metió en un genjutsu y me mostró una habitación oscura. Había un niño acostado sobre una cama. Tenía la mitad del cuerpo y de la cara destruidos.
Me acerqué para verlo bien y cuando nuestras miradas conectaron el genjutsu desapareció y entonces supe quién era.

El hombre frente a mí era mi hermano.

No pude aguantar más y grité mientras sentía cómo el rostro se me empapaba en lágrimas. Abracé el cuello de mi hermano con fuerza y lloré como había llorado cuando lo di por muerto.

— En verdad eres tú —mi corazón estaba ardiendo—. En verdad estás vivo.

Obito acarició con dulzura mi cabello y no dijo ni una sola palabra durante horas, sólo se quedó quieto permitiendo que me desahogara en sus brazos.

Obito.

Mi adorado hermano.
La primera persona a la que amé profundamente y la primera que me enseñó lo doloroso que era hacerlo, estaba aquí, conmigo, vivo.

Siempre había soñado con este momento, pero algo dentro de mí se sentía incómodo, extraño. No era el sentimiento de alivio y felicidad que creí que sentiría al reencontrarme con él, era algo completamente diferente.
Comencé a preguntarme muchas cosas acerca de él y mi mente me pidió que me alejara de inmediato porque no era seguro.

Por Siempre «Shisui Uchiha»Where stories live. Discover now