Capítulo II

180 21 4
                                    

La vista se me estaba empezando a nublar y las piernas me temblaban, apenas y podía mantenerme en pie.
Mi respiración subía y bajaba con dificultad mientras intentaba controlar mi chakra y así poder sanar la herida que tenía en el lado derecho de mi abdomen.

Apoyé mis manos en mis rodillas mientras inhalaba y exhalaba tratando de llevar algo de oxígeno a mis pulmones.

Observé a Obito. Más específicamente, a su Sharingan.

¿Cuántas cosas horribles presenciaste con ese ojo, hermano?.

Tenía todo el rostro ensangrentado debido a mis golpes. Le había desgarrado un pulmón, le rompí las costillas y con el suiton intenté ahogarlo.

No me atrevía a usar el Amaterasu en él a pesar de que sabía que usándolo tendría más ventaja. Aún recordaba la escena del muelle, cuando estuve a punto de asesinarlo con esa misma técnica cuando éramos niños.

El azabache escupió un chorro de sangre mientras tosía y trataba de no ahogarse con su propia sangre.

Cayó de rodillas al suelo y por un instante mi corazón se contristó.

— ¿No te arrepientes de haberme enseñado todos tus puntos débiles cuando éramos niños, hermano?.

Obito ni siquiera podía gemir debido al dolor de su garganta.

— Eres un libro abierto para mí.

Di un par de pasos hacia él y mientras lo hacía recordé nuestra niñez. Por instinto, varias lágrimas comenzaron a salir sin cesar.

— Yo te amaba y te admiraba tanto, hermano —me puse de cuclillas frente a él—. No tienes idea de lo mucho que sufrí cuando te fuiste —entonces recordé algo y mi mirada se ensombreció—. Oh... tal vez sí tengas idea, después de todo, tú mismo fuiste el causante de todo ese dolor.

Obito se mantuvo con la cabeza agachada. Quería hacerle daño. Tanto daño como él me había hecho a mí.

— Sabes... No sé por qué sigo llamándote hermano —estaba tratando de engañar a mi corazón con esas palabras. Necesitaba desligarme de Obito para poder matarlo sin ningún tipo de remordimiento—. Después de todo me dijiste que Masaki y Meiko no eran nuestros padres. Entonces no hay lazo que nos una.

Iba a dar un paso hacia él cuando lo escuché hablar.

— Te dije... —su voz se escuchaba áspera y ronca. Tosió un poco para aclarar su garganta y volvió a hablar—. Te dije que tu sangre me llamaba —fruncí el ceño al escucharlo—. Compartimos sólo un porcentaje de sangre. El porcentaje más fuerte.

Sentí algo horrible en el pecho y mi ceño fruncido se marcó cada vez más.

— ¿A qué demonios te refieres?.

Obito sonrió. Sus dientes estaban rojos debido a la sangre.

— Si quieres que te cuente entonces debes impedir que muera desangrado.

Obito no dijo nada y se mantuvo con la cabeza agachada.

Sabía lo que quería que hiciera, pero no iba a salvarlo, al menos no por ahora, quería que sufriera por lo menos la mínima parte de lo que yo sufrí.

— ¿Sabes que intenté suicidarme, no? —ya lo había dañado físicamente, ahora quería comprobar si podía hacerlo emocionalmente. Sólo así comprobaría si es que quedaba algo de humanidad en él y si valía la pena salvarle la vida.

— No iba a permitirlo —tosió un poco—. No iba a permitirte hacerlo —fruncí el ceño y él continuó hablando: — Iba a detenerte, pero alguien se me adelantó.

Por Siempre «Shisui Uchiha»Where stories live. Discover now