Microrrelato #2

8 1 0
                                    


Un tronido ensordecedor desgarró el silencio de la noche con tal fuerza que, si hubiera sido acompañado por la luz, se podría haber visto el aire sangrar. La violencia de aquel decibélico estallido tomó por sorpresa a ambos en la habitación. La bomba había sido detonada, esparciendo su mortífero gas por las cercanías.

Un viento huracanado y caótico precedió al estruendo, llevando las nocivas emanaciones en todas las direcciones posibles con endemoniada velocidad. El oscuro manto se encargó de hacer llegar a ellos aquel veneno en tan solo un segundo, impidiéndoles toda escapatoria posible; la situación era ya irreversible.

— ¡La puta madre, Oscar! —Exclamó María con resignación y odio.— Una cosa es que te pedorrees en la cama, ¡Pero no sabanees los pedos, no seas hijo de puta!.

Oscar únicamente rio.

MicrorrelatosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora