3. Él

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Sabía que era él por la descripción en su perfil, no la ha cambiado desde el dos mil dieciocho.

Pero ahí estaba yo.

En el auto, sin saber que hacer.

En una calle que no conozco.

¿Debería de ir?

¿Por qué si quiera me los estoy preguntando?

No debía de ir, pero una parte de mi quería hacerlo.

Había sido seis meses de tortura que me vendió como un paraíso prohibido.

Yo solía pensar que era inteligente, pero me hizo parecer tan ingenua.

Siempre tan convincente...

No puedo entender como lo hace.

Y ahora mismo él es, "El hombre", pero a nadie le importa porque no es el rey de nada.

Porque lo que fácil viene, fácil se va.

Me obligó a mi misma a no caer de nuevo, pero tomó mi teléfono para llamar...














[...]














Dos golpes en la puerta del auto y me volteo para ver por la ventana.

Abro la puerta del auto.

—Liv, ¿Estás bien?

Roberto pregunta con desesperación mientras toma mi rostro.

—¿Qué pasó? — pregunta.

—Llevame a casa, por favor — pido.

Él asiente y me toma de la mano para bajarme del auto.

Me guía hacia los asientos de atrás y me pone el cinturón.

Disocio por unos segundos que se hacen eternos.

Me siento inútil, no puedo hacer nada.

Solo escucho la puerta cerrarse y siento como el auto se pone en movimiento.










[...]













—Gracias por traerme, por ir por mi y... Por todo básicamente — agradezco a Roberto.

Él me apega a su cuerpo y me abraza.

—No pasa nada, pero necesito saber que te paso, estabas muy callada — menciona.

Todo vuelve a mi mente como un flashback.

Me alejó de Roberto y apoyo mis codos en mis piernas, las palmas de mis manos cubren mi rostro y las paso con frustración.

—Siento que vuelvo a caer y que estos años que han pasado no me han servido de nada para olvidarlo — confieso — Osvaldo me pidió que nos viéramos.

—Por eso llamaste — murmura.

Asiento levemente.

—Una parte de mi quería ir, creo que soy una cobarde por no enfrentar esto y decirle que se joda, pero siempre tengo esa sonrisa en mi rostro como que si todo lo que dijera fuera una simple broma — musito con rabia.

—Ey — el chico pelinegro se arrodilla frente a mi — Pero me llamaste, eso significa que dudaste y otra parte de ti no quería ir.

Tal vez...

—¿Por qué pasa esto, Roberto?, se supone que todo estaba bien y ahora él vuelve a cambiarme los planes.

Roberto se levanta del suelo y me da la espalda para caminar un poco lejos de mi.

—Quisiera saber cómo ayudarte, Oli — menciona — Y no sabes cuánto me duele a mi ver qué aún sientes algo por él.

—Yo ya no siento nada por él — afirmo, aunque sea una mentira.

Me levanto del mueble.

—No te mientas, Olivia — se gira hacia mi.

Su tono es fuerte, lo cual me hace temblar un poco.

—Yo he estado contigo desde que él se fue con otra chica, te he esperado tanto tiempo y siempre estoy para ti, pero ahora él te envía un mensaje y dudas, ¿Crees que para mí es fácil escucharte decir que estás cayendo por ese estúpido de nuevo? — pregunta elevando el tono de su voz.

Agacho mi mirada, él tenía razón.

—Te he esperado porque se que tienes que curar tus heridas, porque yo no quería estar ahí cuando tú llores por él recuerdo de alguien más, te dije que volvería a enamorarte, lo hice, lo he intentado — habla con frustración — Yo no quería enamorarte así, pero... ¿Cuánto más tengo que esperar? — cuestiona.

Se queda callado esperando una respuesta.

—Yo... No lo sé, pensé que ya había pasado todo esto, pero...

Me interrumpe.

—Pero, siempre el pero, ¿A qué le tienes miedo, Olivia? — interroga.

—Yo...

Las lágrimas se acumulan en mis ojos.

—¿Cuándo vas a entender que él no soy yo?

—¡Lo sé! — grito — Se perfectamente que tú no eres él — mi vista se pone borrosa — He intentado porque quiero acoplarte a mi vida y estar contigo, pero... Sí, tengo miedo — confieso.

Me dejó caer en el mueble.

—Tengo miedo porque eres mayor que yo y se que soy una tonta chica de solo veintidos años que puede ser remplazada por alguien mucho más bonita, mayor e inclusio inteligente, ese es mi miedo, Roberto, tengo miedo a que la historia se vuelva a repetir y la única que quede sufriendo soy yo.

Me levanto del mueble y salgo corriendo hacia mi habitación para encerrarme en ella.

Mi espalda choca con la puerta y me dejó caer hasta el piso.

Los sollozos se escuchan en las cuatro paredes.

Superar de nuevo...

¿Se puede?

GET HIM BACK! || El Mariana #2TDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora