XIV

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Al colgar, Baekhyun se dio cuenta de lo que ocurriría. Si Chanyeol llegaba a su casa, follarían.

La idea, tan escabrosamente deliciosa, le acarició el cuerpo como si fueran las propias manos del alfa. Gruesas y ásperas.

Limpió su cuerpo y se calzó ropa más presentable. Un corto pantaloncillo color negro y una camiseta blanca que casi transparentaba su brasier de encaje blanco. Roció perfume sobre su cuerpo y se sentó en el alfeizar de la ventana. Sus ojos impacientes no se apartaban de la entrada a su casa.

El miedo y la ansiedad lo carcomían abruptamente.

El reloj de la mesilla de noche movía sus manecillas bajo ese característico Tic-Tac que enloquecía a Baekhyun.

Temía de lo que estaba por ocurrir.

Temía lo malo que era.

Pero lo deseaba.

Porque estaba enamorado y sus neuronas no funcionaban completamente.

Tenía sus cómodos zapatos blancos puestos; y tras veinte minutos de quietud, empezó a moverse por la habitación, revisando cada tanto su celular.

—Quizás se arrepintió —murmuró al ver la hora. Las once y cuarto de la noche—. Lo más seguro es que lo pensó bien y...

«No pienses eso. Él vendrá», insistió la voz en su cabeza.

—Debió estar cegado por el celo. ¡Quizás ni siquiera quiso marcarme a mí!

«No seas tonto. Él se tocó mientras hablaba contigo».

—No me lo recuerdes, por favor, que todavía me da vergüenza. Además, lo mejor sería que él no-

Pero su voz perdió tono al escuchar el rugido de un auto afuera.

—Carajo. ¡Mierda!

Se asomó por la ventana, abriéndola.

—¿Vas a bajar, cachorro, o prefieres que te joda sobre tu cama?

«El que debe aprender modales es él», pensó y su conciencia lo secundó.




***




Regresar a la casa de Chanyeol tuvo un tinte diferente.

El aroma dentro era a tierra mojada, profundo y arrollador. Sin embargo, esta vez, las feromonas de un alfa dominante, no lo sofocaron. Todo lo contrario, volvieron su cuerpo caliente y necesitado.

El cerrojo de la puerta de entrada fue como el cañón de un arma al dispararse.

El alma del omega abandonó por un momento su cuerpo.

—Quiero creer que eres capricho del destino —le habló Chanyeol contra su oído, acariciándolo con sus grandes manos sobre la cintura—, pero, incluso si fueras un regalo del Diablo, no me importaría.

El alfa le lamió el cuello y al terminar sobre la línea de la mandíbula, dejó un beso.

—Porque pecar contigo me llevaría al cielo.

Dándolo vuelta, Chanyeol se adueñó de esa pequeña boca. Metió su lengua de golpe, jugando furiosamente con la de Baekhyun. Su inexpertica se hizo notar, pero lejos de molestar eso al alfa, lo volvió más deseoso. Quería enseñarle al muchacho todo cuanto sabía y envolverlo en su propia nube de placer culposo.

A Bed of Thorn and Roses (Chanbaek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora