XI

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Baekhyun se odió muchísimo en ese momento. Le repugnó llorar frente a ese hombre; llorar por algo tan tonto... Pero, tal vez, solo era cansancio. Ese triste pensamiento le trajo una dura pregunta a su cabeza, una que había sido lanzada con la dura voz de su madre.

«¿Cansado de qué, Baekhyun?».

Como si no tuviera derecho a.

Se mordisqueó el labio inferior, aguantando con fuerza un sollozo.

No tenía que pasar por esa humillación frente a alguien a quien no le importaba.

Hace tantos años había aprendido que mostrar una sonrisa te salvaba de muchas preguntas que no quería responder. Fingir era un arma para no dar lástima y para evadir a los curiosos. Porque cuando alguien preguntaba: ¿Cómo estás?, no esperaba ni le importaba saber de la realidad.

Así que, para todo el mundo, Baekhyun estaba bien. Siempre estaba bien.

Una sonrisa pequeña o chistes recién salidos de su obtusa imaginación.

Y nadie sospecharía jamás la tristeza que ocultaban esas carcajadas.

Solo tenía que jugar la misma rutina con Chanyeol y se iría.

...

Pero...

Quería a alguien a quien le importara.

Alguien que no preguntara mucho, pero que pudiera hacerlo sentir bien.

Alguien que lo mimara un poco.

—Hablará mañana con mis padres... para volver a casa —indicó con torpeza, bajando la mirada a sus zapatos de cordones de motitas. ¡Habían sido una promoción! Y le gustaron tanto, como si fuera un dálmata o una vaca—. Yo ahora... voy a-

—Shh.

No quiso que lo tocara, ni que le elevara su decaído rostro porque cuando sus ojos se encontraron volvió a desmoronarse. Todo se nubló por nuevas lágrimas que rodaron por sus rosáceas mejillas. La mano cálida de Chanyeol le acarició, con el pulgar, el mentón. Algo suave y fugaz.

Baekhyun deseó un poco más.

Y lo obtuvo.

Las manos del alfa tomaron sus mejillas con delicadeza, y con las yemas de los pulgares enjugaron las lágrimas.

—... Te odio —le dijo en un vago murmullo.

Chanyeol sonrió.

—Ese odio que me tienes, cachorro, es completamente mutuo.

Ambos sabían que ese odio no existía.

Ambos sabían que se trataba de algo más.

—No llores —le pidió, pero fue como si hubiese abierto un dique. Baekhyun largó un quejido y lloró con libertad.

—En verdad, te detesto.

Chanyeol movió su diestra desde el rostro del omega hasta el cuello, lo acarició marcándolo con su aroma sin saberlo, y luego lo atrajo a su cuerpo. Baekhyun aspiró el aroma del alfa, entre sus feromonas y el perfume caro. Gimoteó.

—Perdón. No quise ser tan duro contigo —le dijo al oído—. Solo enloquecí. Tú me vuelves así. Irracional.

—Te dije q-que debía trabajar.

—Y lo entiendo, aunque me gustaría que no fuera un bar. No es un lugar apropiado para un omega.

—Casi nadie piensa que yo sea o-omega. Además..., ¿a quién le interesaría? —susurró aquello último con mucha pena.

A Bed of Thorn and Roses (Chanbaek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora