El mosmo (chinandega)

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Chinandega tierra prolífera de leyendas y de tradiciones autóctonas, algunas siguen vigentes hasta el día de hoy, gracias al vulgo popular de nuestros ancestros, transmitiéndolo de boca en boca. Esta incansable imaginación de hechos ficticios y muchos de eventos reales, se resisten a desaparecer del escenario en contra de los avances tecnológicos.Hoy le contaré una leyenda chinandegana que únicamente vive en las mentes, corazones y diálogos de algunos pobladores, donde nuestros abuelos que vivieron en carne propia siendo testigos de tan horripilantes sucesos como el del temible mosmo.El mosmo: animal mitológico con apariencia de avestruz, plumaje completamente negro azabache, tiene un solo ojo en el centro de la frente, que varía de color; blanco si es de día e incandescente si es de noche, una solo pata gruesa, de tres dedos uñudos en forma de trípode, en el pecho lleva una sola ala con plumas extensas muy curvilíneas ajustada a su pecho y panza, pescuezo ancho y de varios metros, cubierto de plumillas encontiladas y su estrategia final es su trinar incesante tan agudo que con mucha facilidad reviente los oídos y cerebros en cuestión de segundos.Me contó don Papa Yayo, anciano nonagenario de este pueblo, que por aquellos años de 1800 Chinandega limitaba hasta el Hotel Glomar, de allí hacia arriba era un bosque legendario y frondoso, con muchos árboles de diversas variedades, un día se apareció un viejo adinerado, compró el bosque, construyó él solo una choza, viviendo como un ermitaño, rarísimas veces lo vieron bajar al pueblo a hacer sus compras. Un vendedor muy intrigado se atrevió a preguntarle si no le temía al mosmo, contestándole este que esas cosas eran del demonio.Un atardecer unos buhoneros comarcanos viendo lo difícil de sus ventas, decidieron ir a visitar al ermitaño adinerado para que les compre sus jícaras, comales y tinajas, al adentrarse en sus bestias haladas por una pequeña carreta, la espesura del bosque como un hechizo ven que la noche se hizo presente, el trinar del temible mosmo se oía a lo lejos, llenado de zozobra a los buhoneros, con el traje negro azabache es imposible de divisar, el viento estremecía los grandes árboles y al estar frente a frente, su único ojo incandescente brilla en la oscuridad de la noche y ellos al verlo quedan amosmados inmediatamente, comienza a agitar su extensa ala con mucha fortaleza que las ramas crujen y los cuerpos de los comarcanos van hacia atrás y hacia atrás, el trinar y el viento se hizo insoportable reventando los oídos y sus cuerpos rebotan el los troncos de la arboleda, muriendo destrozados junto con sus bestias.Tiempo después, estos relatos cobraron vigencia y el misterio los aterraba, los rumores corrían como reguero de pólvora, llegando a una sola conclusión que el viejo ermitaño que apareció de repente era un empactado que vivía con el temible mosmo para proteger los bosques y los volcanes del Chonco, Casitas y el esbelto San Cristóbal.

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