El lagarto de oro

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Hace mucho tiempo llegó a Chontales un noble caballero de Francia, llamado don Felix Francisco Valois, quien quedo encantado de los paisajes que rodeaban la Hacienda Hato Grande situada a cuatro leguas de Juigalpa. Le gusto tanto la zona que compró la Hacienda.

En ese tiempo también vivía en Juigalpa una joven muy linda llamada Chepita Vital. Los dos se conocieron y desde entonces quedaron muy enamorados. A los pocos meses se casaron y luego tuvieron una hija, la cual la bautizaron con el nombre de Juana María.

Don Francisco, sintiéndose muy enfermo, fue a Guatemala a buscar una cura. Antes de partir dejó a su administrado a cargo de la Hacienda.

Pasó el tiempo y don Francisco no regresaba, todos los pobladores de la comarca preguntaban a los viajeros sobre el devenir del francés. Hasta que alguien trajo la noticia de que éste había muerto en Guatemala. A raíz de eso Doña Chepita se enfermó de pena y muere a los pocos años.

Juana María, fue creciendo, ya era toda una linda mujer. Ella ignoraba que todos los vienes de su padre le pertenecían a ella y que el administrador Fermin ambicionaba quedarse con la Hacienda. Con el temor de perder todo cuando la verdadera heredera reclamara, se le ocurrió asustarla de tal manera que se volviera loca y que se valla del lugar.

Fermin comenzó a contarle historias horribles de lo que supuestamente había pasado en la hacienda, la asustaba por las noches a diario, con el tiempo ya Juana había mostrado síntomas de locura. La muchacha cantaba y bailaba sola, decía entre sus locuras: "Viva la Condesa de Valois", luego después de varios meses de locura, falleció misteriosamente ante el asombro de todos los lugareños que afirmaban que Fermin era el responsable de tal tragedia.

El bandido de Fermin empezó a vender todas las propiedades de La Hacienda y con el dinero abandonó el pais. Pero con su suerte de que vecinos traen la historia al pueblo de que Fermin había sido asaltado y muerto por unos bandoleros que había tropezado en el camino.

La sepultura de Juana María quedaba en el cerro del Hato Grande, muy cerca de una laguna, las personas que la visitaban dejándoles flores aprovechaban la oportunidad para darse un chapuzón.

Un día uno de los bañistas casi se mueren del susto al ver en la laguna un tremendo lagarto dorado que brillaba bajo el Sol resplandeciente. Corrió el rumor que se trataba del alma de Juana María cuidado sus bienes.

Cuentan que un campista le ofreció a La Virgen de la Asunción una corona de oro sacada del lagarto si le ayudaba a cazarlo. Tiró un mecate con soga a la laguna y al instante salió el lagarto con la soga al cuello, pero cuando el hombre lo tenía y al extasiarse por el oro dijo: "Que se friegue la Virgen", apenas dijo eso el lagarto se le escapó y se sumergió en el fondo de la laguna para no verse nunca más. Desde entonces los chontaleños buscan el lagarto de oro para hacerse ricos.

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