El punche de oro

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Deambula como alma en pena en las oscuras noches, emerge del oleaje del Océano Pacífico, envuelto en una aureola cegadora inicia su recorrido desde las playas de Poneloya hasta la Iglesia de Sutiaba donde se detiene para hacerle una reverencia al Sol. Los antepasados dicen que en León, en el barrio Sutiaba hay un inmenso tesoro enterrado y es el espíritu de este tesoro que sale por las noches. Las personas que lo han visto dicen que es un punche gigante que brilla como el oro; éste cuida el tesoro de la comunidad indígena y sale por las noches, después de la muerte del último cacique, Adiac.

Se dice que los ojos de este punche brillan como diamantes de fuego y sale dos veces en el año, a mitad de la Semana Santa o antes. Todo el mundo sabe que el día que agarren el punche de oro van a desencantar al cacique Adiac, que fue ahorcado en el Tamarindón de Sutiaba. Este punche es el espíritu precioso de los Sutiaba que los guía en sus desesperadas luchas por no sucumbir bajo la pesada cruz que les impusieron los colonizadores.

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