Capitulo 25

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POV CARLOS

-Te había echado tanto de menos...
-Yo también, muchísimo, necesitaba escuchar tu voz día tras día diciéndome que todo iba a estar bien y que no me preocupara ni estuviera mal. No era capaz de asumir que te habías ido.
-No me había ido, seguía aquí, y siempre seguiré aquí, acuérdate de esas palabras Carlos.
-Lo dices como si te fueras a ir o a desaparecer
-Tu solo recuerda esas palabras, por favor.
-No entiendo nada, mañana me lo explicas porque ahora me tengo que ir que mi madre seguramente me necesita, te quiero, mañana nos vemos-le doy un beso en los labios y salgo de allí, me parece haber escuchado un "no estés tan seguro". Pero no le doy muchas vueltas porque no se a que se refiere.
Estoy llegando a mi casa, abro la puerta y veo que no hay nadie en el piso de abajo, llamo a mi madre pero nadie contesta, subo a su habitación y no puedo creer lo que mis ojos tienen delante, mi madre...

Me levanto sobresaltado, he vuelto a tener otra pesadilla de aquel día. Volver a recordar todo lo que pasé fue buena idea, pero sé que me va a pasar factura porque he vuelto a recordarlo todo y las pesadillas iban a volver.

Cuando levanto la vista veo que me he quedado dormido en el sillón de la terraza en la que ayer estuvimos hablando. Alguien me ha tapado, supongo que habrá sido María, se lo agradezco porque la temperatura que hace no es como para dormir sin nada encima.
No me imaginaba para nada que la primera noche que dormía con ella iba a acabar así, tan extraño.

Me apetece verla y pasar un buen rato con ella a si que me levanto y voy a su habitación a buscarla. Cuando llego no está, su cama está deshecha a si que supongo que ya se habrá levantado.
Es pronto, son las 9, por eso me extraña que este despierta.
Bajo al primer piso y la puedo ver desde la escalera tomándose un café mientras mira por la ventana a la playa.

-¿Que haces despierta tan pronto?-le pregunto,ella se sobresalta

-Me has vuelto a pegar un susto, pensaba que estabas durmiendo. Te veías tan... Me he despertado pronto porque no tenía sueño

-¿Qué ibas a decir? Me veía tan...

-No importa, es una tontería

-Vamos dilo

-Iba a decir que te veías tan frágil que no te quería despertar para llevarte a tu habitación.

-No pasa nada, no he dormido mal allí, puede que me duela un poco el cuello pero ya está

-A lo mejor puedo solucionar eso. Ven aquí

Me acerco a ella y me siento en la silla de la cocina, ella empieza a hacerme un masaje en los hombros con los pulgares y subiendo hacia arriba, a la zona del cuello.

-Se te da muy bien esto

-Ya, mi madre es masajista y me ha enseñado algunos trucos, ella hace unos masajes increíbles

-No se como los hará tu madre pero tú lo estás haciendo increíblemente bien, el dolor casi ha desaparecido

-La próxima te toca hacérmelo tu a mi, como tienes las manos grandes se te tiene que dar bien

-Luego te hago uno si quieres

-Obvio que quiero, por ahora quédate relajado y disfruta del masaje

Y lo que me sorprende es que el masaje no es solo en el cuello, empieza a bajar sus pulgares por los hombros y luego por mi espalda. Después de un rato haciendo distintos movimientos por mi espalda, cuello, y en algún momento pecho, ella se acerca a mi cuello deposita un beso y separa las manos y su cuerpo de mi lentamente. Ese beso me ha derretido, pero decido pasarlo por alto y hablar con ella.

-Muchas gracias, de verdad, ya creo que no me duele absolutamente nada. Pero si hace falta que me duela para que sigas, es un dolor insoportable

Ella se ríe y sigue haciéndome el masaje, hasta que sin darme cuenta los ojos se me han cerrado, y no es que la silla de la cocina sea muy cómoda, pero las manos de María son mágicas

-Carlos, Carlos-noto que me llama

-Dime-digo abriendo los ojos y estirándome perezosamente, ella sonríe

-Te has quedado dormido, creo que me voy a ir a mi casa para dejarte descansar.

-No por favor no te vayas, quiero terminar de contarte la historia y pasar tiempo contigo

-Si no quieres no hace falta que me la cuentes hoy, si no te sientes a gusto

-No empecemos otra vez, vamos a la playa a ver el amanecer y te sigo contando-le digo, ella asiente y sube a por una toalla y algo de abrigo ya que ha refrescado un poco por la mañana

-Ya estoy lista, vamos

Lleva puesto un chaleco que le llega hasta un poco más arriba de las rodillas, supongo que debajo llevara un pantalón corto, lleva el pelo recogido en un moño mal hecho, pero así, tan sencilla, se la ve muy guapa y tiene un punto sexy.
Salimos fuera y nos sentamos cerca de la orilla en la toalla, estamos un rato en silencio observando la preciosa vista

-Voy a contarte el final de lo que pasó. Llegué a mi casa y llamé a mi madre por todos lados, pero no contestaba, y cuando llegué a su habitación, ella estaba en el suelo tirada, con un bote de pastillas vacío a su lado excepto por algunas pastillas sueltas que había alrededor, se había suicidado, y me había dejado prácticamente solo, dejó una pequeña nota, que decía que lo sentía por mi pero que era muy duro para ella y no pudo aguantarlo, estaba en depresión y eso le llegó a hacer aquello. Abusó de las pastillas que estaba tomando para ir recuperándose y murió intoxicada. Yo también entré en depresión y mi padre no estuvo ahí para ayudarme, tuve que superarla yo solo porque mi padre intentaba "recuperarse" yendo al bar de la calle de al lado a emborracharse y dejándome a mi en casa solo. Pero eso no fue lo único, el día que encontré a mi madre, Pilar y yo hablamos pero la despedida fue extraña, ella me dijo algo de que recordara unas palabras por si no nos veíamos o algo, pero yo pensé que era de broma, hasta que después de una semana de aquel día, no había ni rastro de Pilar, había desaparecido por completo, no le había dicho nada a nadie excepto aquello que me dijo a mi, todo se me acumulaba pero sólo podía pensar en mi madre, no imaginé la gravedad de lo de Pilar, pensé que a lo mejor habría querido despejarse unos días de todo lo que le había pasado. Pero no la volví a ver, hasta hace unas semanas, que estaba yo aquí, en la cabaña, solo, y me fui a dormir, hubo un momento en el que abrí los ojos y allí estaba ella, sentada mirándome y acariciándome la cara, pensé que era un sueño, pero por la mañana, al despertarme, todavía podía sentir su mano sobre mi cara y su olor estaba por toda la habitación

-Entonces... ¿Ella está viva?

-Eso siempre lo he sabido, nunca tuve ninguna duda de que lo estuviera, podía sentirla, y aún la sigo sintiendo.

-Guau... Siento mucho por lo que pasaste, pero ahora sabes que me tienes aquí para todo cuanto necesites

-Muchas gracias, por escucharme y estar aquí de verdad

Me acerco a ella y le doy un beso, mi cuerpo me lo pide, le pongo el pelo detrás de la oreja y la beso con toda la suavidad posible, pensando que ojalá María llegue algún día a hacerme sentir igual que lo hizo Pilar.

Cambio radicalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora