CAPÍTULO 36

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Ni siquiera había podido ir a ver a mi hijo. La noticia de la muerte de Misha golpeó mi corazón con una fuerza abrumadora. Aunque nuestra relación no era tan cercana como la que compartía con Lena, Misha siempre fue una presencia amable y protectora en mi vida. Las lágrimas llenaron mis ojos, y un nudo se formó en mi estómago al pensar en la pérdida de alguien tan joven. Tenía tanto por delante, y la idea de su ausencia dejaba un vacío palpable.

Mis pensamientos se dirigieron rápidamente a sus hermanos, a Lena y a Darko. Imaginé el dolor y la devastación que estarían experimentando. Misha era más que un hermano; era un pilar en sus vidas, alguien que había estado allí en los momentos buenos y malos.

Aunque mi deseo era estar con ellos, también sabía que necesitaba ser fuerte para enfrentar las posibles consecuencias futuras. Darko, en particular, estaba al borde de la oscuridad, y este golpe podría desencadenar algo más profundo en él. Conocía su naturaleza, su lucha interna constante entre la cordura y la sombra que habitaba en su interior. Mi mente se llenó de preocupación. Él no era una persona normal; su enfermedad mental y el ser un asesino en serie lo convertían en un hombre complejo. Había estado conteniendo algo, una oscuridad latente, y temía que esta pérdida pudiera desencadenarla.

Esperaba ser suficientemente fuerte para ayudarlo a enfrentar lo que vendría. Rezaba porque, en otra vida, su niñez fuera diferente, que tuviera padres amorosos y no estuviera marcado por la violencia. En ese pensamiento, encontraba consuelo y esperanza, deseando que nuestros destinos se cruzaran nuevamente en circunstancias más amables y con nuevas oportunidades. Estaba segura de que estábamos destinados a encontrarnos una y otra vez, incluso en otras vidas.

El ambiente en la casa era una mierda. Todos tenían rostros decaídos y llevando el luto a su manera.

A medida que los motores resonaban en la distancia, la ansiedad crecía, envolviendo la casa en una atmósfera opresiva. Sentada impacientemente al final de las escaleras, esperé, sintiendo la bilis subir en mi estómago mientras los motores se acercaban.

Cuando Lena finalmente apareció gemí. Sus extremidades estaban envueltas en vendas, estaba más delgada, la fragilidad de su apariencia chocaba con la mirada perdida en sus ojos.

—Lena —susurré, levantándome lentamente y acercándome—. Oh, Lena.

Sus ojos encontraron los míos, y su labio tembló. Antes de que el dolor la envolviera, la abracé con fuerza.

—Fue… Fue mi culpa… mi culpa. —Sus palabras se entrelazaban con sollozos—. Misha… Mijail… él… él… ¡Oh Dios!

Mis ojos ardieron con lágrimas mientras la sostenía con más fuerza. Nada de lo que dijera podría aliviar su dolor, pero tenía que sacarla de ese autoengaño. No era su culpa, y jamás podría serlo.

—No digas eso, no es tu culpa. —Me separé un poco para sostener su rostro—. Jamás podría serlo.

—Lo supo mucho antes de que yo me diera cuenta, ¿sabes? Lo intuyó sin necesidad de pronunciar una palabra, y así mismo tomó la decisión… decidió morir… solo para que yo viviera… él… él fue tan estúpido… porque siempre lo elegiría a él, antes que a un feto gestándose en mi vientre.

Tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano para ocultar mi sorpresa ante sus revelaciones.

—No entiendo —murmuré, mientras limpiaba sus lágrimas.

—Es-Estoy embarazada y no… Isa, lo siento, pero, no lo tendría, pero… ese instinto… siempre intentaba proteger mi abdomen de los golpes, de los cortes y él… él lo vio, y lo supe en su mirada. —Nuevos sollozos salieron de ella, y sentía mi corazón romperse en pedazos—. Hizo que la mayoría de mis golpes, de mi tortura fueran dirigidos hacia él… los provocaba… aun cuando sus fuerzas eran escasas. Hasta lo último… hasta caer inconsciente… fue tan fuerte.

TENTACIÓN ITALIANA (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora