Un payaso y un demonio en crimen... ¿Qué podría salir mal?

Capítulo III: Cuando me desoriento, pierdo el juego.

-¡¿Hay algo que pueda hacer para que dejen de arruinar todo?!- se quejaba gritando, casualmente en voz alta."Me fui como un estúpido... ¿Ahora qué?", y ahora se guardaba sus palabras en sus pensamientos.

Fue lejos de la casa para evitar a la policía, y ahora volvía otra vez al centro para ver que presas tomar, aunque le hubiera encantado atrapar a Lila, pero no se pudo. Fue lamentable para él...

*autora finge tristeza*

Iba caminando ahí, con su cabeza llena de ecos de quejas y enojo que no se escuchaban fuera de su cerebro. Aunque fuera muy exagerado de parte de él, lo sentía y no podía evitarlo. Las quejas se expandían, pero su rostro no decía lo mismo. Tenía esa expresión sonriente como un gato, ojos de búho y caminata lenta. Caminaba, veía niños, adultos, adolescentes, pero ninguno le llamaba la atención, hasta que...

-Amigo, por favor. Ese tipo da miedo...- había dos adolescentes de tal vez 17-19 hablando solos en un callejón. Demasiado raro para él, pero parecía una gran oportunidad a la vista. Una grandísima oportunidad... -Por favor, no lo quiero hacer.- Decía el más pequeño en altura (le llamaremos "Michi"), un poco nervioso y con un tono de voz que mostraba lo dudoso que estaba.

-Eres un cobarde, Soto...- le dijo fríamente, el chico un poco más alto (le llamaremos "Yavate"). Su rostro mostraba desprecio, y de seguro, él, en ese momento, sería un refrigerador.

-No, no lo soy. Solo soy más cuerdo que vos- explicaba, también con una voz algo fría. -Ese tipo es peligroso... ¿Acaso tienes cerebro? ¿Eh? ¿No piensas en lo que le pasará a tu cuerpo? ¿Tu mente? Ese de seguro salio del psiquiátrico hace poco...- se acerco a él y tomo su hombro. -Recapacita.- su voz era dulce, pero a su compañero no le gusto...

-Recapacitar es para cobardes.- rodó sus ojos.

-Aún sigues siendo un niño, Yav-...- una mano se abalanzó contra él, directo a su cara brutalmente. Todo fue tan rápido. Michi cayó al suelo del callejón, una rata paso justo un segundo después de que se haya caído. Su cara quedo ardiendo, esa mano estaba marcada en un tono rojo sobre su cara. Levantó su mirada, allí estaba un tipo gordo, vestido y de rojo, completamente de rojo, tratando de "detener" a Yavate. Tenía una de sus manos rojas y con uñas que parecían garras, en la boca del mencionado, mientras que la otra, estaba alrededor del estómago, deteniendo el paso y algo de sus movimientos. Si fuera por el tipo rojo, Bob, se hubiera abalanzado contra él, dejándolo en el suelo, con el peso de él encima del muchacho. Claramente si el joven estuviera solo, ¿no?...

... "¿Cómo soluciono esto?"...

-¡Oye! ¡Sueltmmm!- gritaba Yavate. Para que sus gritos no se oigan, Bob le tapo la boca con su mano. Michi podía verlo, podía ver al tipo rojo; su mirada era fija en la cabeza de Yavate, pero era fría y seria con una ligera sonrisita, algo notable, podríamos decir. Él no sabía que decirle al tipo, lo único que hizo fue levantarse del suelo y dar señas con sus manos, diciendo que todo estaba bien. El hombre no le prestó atención, ni siquiera le devolvió la mirada. Tenía esa mirada, esa mirada...

-Está todo bien, solo se molesto.

-...- lo miro por un segundo, luego...

¡Crack! El cuello de su compañero se quebró ¿y se imaginan quién lo hizo?

-¡Qué mierda haces!- él salto sobresaltado y aterrorizado. El tipo dejo caer el cuerpo que ahora yacía muerto. Miró a Michi con la sonrisa más grande hasta ahora (la más grande en el día, eso creo). Sus comisuras llegando a las orejas. Se acercó lentamente y Michi no hizo otra cosa que chocarse contra la pared, casi sin salida. Estaba acorralado por los brazos de ese "demonio" y vio como sacaba un cuchillo de sus ¿pantalones? ¿Los bolsillos? ¿De adentro? No lo sabía y no quería saberlo. Sus ojos no podían estar más abiertos y sus pupilas más pequeñas que las del asesino. Trato de escapar por abajo de los brazos, pero, horrible elección.