Capítulo 18

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—¿Quién eres, Han Jisung?

Jungwon duerme en sus brazos. Un niño tan pequeño cabe a la perfección entre ellos, como si hubiera sido medido, y aunque Jisung sabe que el pequeño crecerá aun no puede dejarlo ir. Acunarlo puede ser la muestra de cariño más grande que tiene para él. Jisung quiere cuidarlo del mundo, cuidarlo del mal que existe y hacerlo feliz, verlo crecer sin preocupaciones y libre. Y eso ha estado pasando por su mente desde la primera vez que lo vio, tan chiquito y rojo que no podía creer que algo así existiera.

"Eres padre" fue lo que le dijo Jeongin tan pronto Jungwon llegó.

Levanta la mirada y enfoca los números en el reloj, son las cuatro treinta y uno, una hora perfecta para ocultarse en la oscuridad de la noche. Una hora perfecta para dar por hecho que Felix está dentro de las instalaciones de la torre uno en la ciudad cuatro. Le queda poco tiempo así que deja a Jungwon sobre la cama y se pone de pie.

Busca a Jeongin con la mirada y lo encuentra dormido junto al bebé. Se siente bien estar en casa después de un largo tiempo, pero sabe que es temporal, él no puede quedarse en la ciudad trece por siempre, tarde o temprano los encontrarán si él no hace algo al respecto. Es triste, porque estar en casa es lo que deseó por veintidós años.

Y estar en casa con Jeongin y sus dos niños fue algo que nunca imaginó.

No sabe si agradecerle o maldecir al cielo por el extraño regalo, no sabe si falló o si consiguió lo más importante de su vida. Jisung está confundido. Años atrás no hubiera aceptado nada de nadie, no hubiera aceptado a Jeongin y no se hubiera enamorado tanto de su linda sonrisa y su inocencia. Lo que menos necesitaba Jisung era un estorbo en su vida, alguien a quien no le pudiera sacar provecho y que solo lo hacía detenerse para asegurarse de que todo estuviera bien.

Jeongin arruinó sus planes. Arruinó su caótica vida y la redirigió a un lado más puro. Y estaba mal. Jisung se había resignado a vivir en una ciudad que sería destruida, se resignó a vivir con lo poco que podía desde que huyó de la ciudad cuatro, pero su resignación se vio destrozada cuando el absurdo sentimiento de querer proteger a Jeongin apareció. Jisung ya había soltado todo ¿Por qué volverlo a tomar?

Estaba resignado a morir, y resignado a que su familia; sus madres, tuvieran el mismo destino que él. Pero no, ahora Jisung quiere vivir, quiere pelear para que otros vivan, para que las personas tan cansadas pero firmes de la ciudad trece puedan obtener su libertad.

Pero Jeongin comparte la culpa. Felix, el niño de la ciudad fronteriza que buscaba vivir también levantaba su interés. ¿Cómo un niño de quince años puede hacer todo por su familia? Lo veía con su hermana, lo veía destrozado, lo veía cuidando de la chiquilla cada que esta se enfermaba, y lo veía a él enfermo, Jisung vio a Felix de muchas maneras a lo largo de los años y lo vio perder a su gente. Lo vio quedarse sin un lugar a donde volver, perdido y sin rumbo con total arrepentimiento de no haber hecho más, o de no haber hecho menos. Y Jisung no quería eso para él.

Ama a sus madres, ama el recuerdo de ellas trabajando por un futuro, y aunque en ese momento Jisung no entendía tanto trabajo ahora lo hace. Sus madres peleaban por un hogar para él, un lugar para que su familia pudiera ser feliz.

Y Jisung también quiere eso. Tal y como sus madres, tal y como Felix, quiere que su pequeña familia tenga un lugar donde no sufran lo que Felix o sus madres, donde no sufran lo que Jisung sufrió viviendo en la triste ciudad trece, una ciudad de trabajadores donde el sueldo mínimo es la propina de los meseros en un restaurante de la ciudad cuatro.

—Jisung...— Escucha la vocecita de Jungwon y baja la mirada. El niño lo toma de la mano recién despierto. —¿A dónde vas?

—Necesito hacer unas cosas.— Dice alzando al niño. —Volveré en cuanto pueda.

INMUNDO | ChanglixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora