cap 3

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-¡Buenos días! -Me giro hacia el sonido de la voz y sonrío al ver a Jenna Ortega entrar con toda su gracia en la cafetería.

Había pasado alrededor de un mes desde nuestro último encuentro y casi pensé que no la volvería a ver. Sin embargo, ahí estaba frente a mí, deslumbrante: una falda negra que le caía elegantemente, una sudadera blanca y tacones altos que le daban un aire sofisticado.

-¡Ehy... -Logro decir, la sonrisa espontánea en mis labios.

instintivamente trato de apoyarme en la escoba, casi tropezando en el gesto. Mis piernas parecen haber decidido hacer lo suyo, y me tambaleo hacia adelante, agarrándome a la escoba como si fuera mi único baluarte.

Mis mejillas se tiñen de rojo mientras miro a Jenna. La chica tiene las manos frente a la boca, evidentemente preocupada por mi torpeza repentina.

-¿Todo bien?- pregunta Jenna con una pequeña sonrisa, acercándose para ver si estoy entera.

-Sí, sí... solo perdí el equilibrio-confieso avergonzada, tratando de minimizar la situación.

-¿Quién sabe por qué? -interviene Maria, llevando una bandeja de pasteles para colocar en la vitrina.

-¡Maria! -Exclamo con voz estridente, apoyando la escoba contra la pared.

Jenna ríe suavemente y se acerca aún más. Su presencia es reconfortante y su sonrisa me hace sentir más cómoda a pesar del espectáculo que acabo de hacer.

Abro los ojos sorprendida al sentir los brazos de Jenna envolviéndome en un cálido abrazo. Lentamente, me dejo fundir en ese contacto, colocando las manos suavemente en sus caderas. Apoyo mi cabeza en la curva de su cuello, permitiéndome aspirar el invitante aroma de su perfume. Todo parece detenerse por un momento, mientras me dejo mecer por esa sensación de cercanía e intimidad.

Mis ojos se desplazan hacia la entrada de la cafetería, observando con asombro a un hombre imponente en traje que nos mira seriamente, llevando gafas de sol y un auricular en su oído derecho. Su presencia es decididamente intimidante.

Jenna aprieta la sujeción alrededor de mí, un suspiro roza mi cuello.

-¿Emmh... quién es ese? -pregunto instintivamente, observando atentamente al guardaespaldas. El hombre da un paso adelante y el miedo me hace abrir los ojos de par en par.

-Oh... él es Tom- responde Jenna, rodando ligeramente los ojos. -La otra vez salí sola... y a mi agente no le pareció bien- confiesa con reticencia.

-Ahora él vendrá conmigo a donde sea -concluye, suspirando.

-Exacto, señorita Ortega- interviene el hombre con voz monótona. -Odio cuando lo hace -murmura Jenna entre dientes, y no puedo evitar reír por la expresión en su rostro.

-En cualquier caso... ¿qué te gustaría tomar?- pregunto a Jenna, echando un vistazo a Tom.

Me giro hacia Jenna y noto su mirada en mis labios. Levanto una ceja con curiosidad y ella baja la mirada, sonrojándose ligeramente.

-Oh... un cappuccino- murmura tímidamente, inclinando la cabeza para ocultar el rubor en sus mejillas.

-Estará listo de inmediato -respondo con una sonrisa amable y alzo la mano para tocar rápidamente su nariz, haciéndola reír.

Me acerco al mostrador y Jenna me sigue con paso ligero.

-Tom... ¿te gustaría algo? -pregunta Jenna apoyando los brazos en el mostrador.

-Un café, señorita- responde él con seriedad.

Tom, el guardaespaldas, se coloca discretamente a cierta distancia, pero en una posición que le permite vigilarnos.

A macchiato, please | j.oDonde viven las historias. Descúbrelo ahora