Prefacio

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Mi objetivo es claro. Conseguir una pasta de tomate, ninguna complicación puede haber.

Con mis lentes y mascarilla, me paseo por los pasillos del supermercado en busca de la pasta.

Al llegar veo como quedan solamente dos pastas. Camino rápidamente pero una señora aparece llevándose una de las pastas. Solo queda una.

Cuando por fin siento el sabor de la gloria por conseguirla.

Una mano la toma al mismo tiempo que yo. Trato de no mirar a la persona y tomar la pasta fuertemente pero, no la suelta, al contrario forcejea.

-Podría dejarme llevar la pasta de tomate, por favor -digo lo más amablemente posible.

-No.

Que. QUE. Como demonios se atreve a decirme que no.

Cuando volteo para encararlo veo unos ojos ámbar mirarme con resentimiento y enojo.

Es un chico, bueno no. Es un Hombre.

-Si me disculpa, yo la necesito más que usted- le digo. No es mentira, hoy quiero hacer una pasta.

-Bueno, si usted me disculpa a mi, yo la necesito mucho más- dice con una voz pronfuda y bastante áspera.

-Oiga, no ve que una dama se la está pidiendo..

-¿Una dama? Ni siquiera puedo verle los ojos, como voy a saber que es una mujer. Además una dama jamás pelearía una pasta de tomate.

Me lleno de valor y apretó con todas mis fuerzas la pasta mientras que el me ve enojado con esos ojos.

Si piel morena contrasta con su ropa blanca. Sus pecas alrededor de sus ojos y nariz.

Me quito los lentes rápidamente y el me ve fijamente. Por un segundo afloja su agarre cuando me ve pero vuelve a hacerlo fuerte.

Ambos empezamos a forcejear demasiado a tal punto que nuestros cuerpos se mueven de un lado a otro.

-Vamos, no quiere hacer una escenita aquí. Deme la pasta y me voy.

Mi enojo aumenta y termino apretando la pasta demasiado, a tal punto de que el envase de vidrios se rompe en nuestras manos.

Su mano no sale muy afectada, solo un poco. Yo era la que tenia casi todo el envase en la mano.

Los vidrios se clavan en mi piel y la sangre empieza a correr.

Sus ojos cambian de ser una mirada vacía y de fastidio a una preocupación y compasión.

Lo miro con lágrimas en los ojos por la rabia que tengo, y no por la pasta, sino por toda la gente que está viendo todo lo que paso y solo graban y ven. Sin ni siquiera preguntar si estamos bien.

-Hay que llevarte a un hospital, no puedes quedarte así...

Lo veo con duda por su cambio de comportamiento.

-Estoy bien. Solo déjeme.

Camino rápido para salir de aquel supermercado y dejar atrás eso.

Veo como trata de seguirme pero se queda parado viéndome.

Meto mi mano en mi abrigo y cruzo la calle sin mirar. Me coloco mis audífonos y pongo música.

Night flower empieza a sonar y yo sigo caminando.

Alzó mi vista y veo a un monto de gente moviendo los brazos y gritando.

Me quito el audífono y veo una luz a mi lado.

-¡Cuidado!

Volteo y un carro viene en mi dirección. Ahí es cuando me quedo petrificada, no muevo un solo musculo. Solo escucho como las personas gritan y como el auto trata de detenerse.

Cierro los ojos y el impacto qué siento contra el cuerpo me hace perder el conociemiento.

Caigo al suelo y mi cabeza se golpea contra el. Siento un dolor agonizante en todo el cuerpo y mi mente queda nublada.

Mis ojos se cierran y todo queda en silencio.

Mi Guardaespaldas |18|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora