capitulo tres

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Kenai Wolbask...

Después de la cena fue bastante cómodo, no conversamos mucho. Pero no fue incómodo.

Ella decidió que tomaría una ducha hoy y no anoche.

Dijo que quería al menos tener dignidad un día conmigo.

Tome en cuenta que le da vergüenza que la vea desnuda.

Entonces planee que solo la voy a ayudar a entrar a la ducha y le pasaré las cosas que necesite.

Son las 10 de la mañana y ella se levantó hace treinta minutos.

Ya tengo listo el desayuno. Hice tostadas francesas, con huevos revueltos y bananas en trozos.

Me levanté a las ocho de la mañana. Hice ejercicio y pasee a Koa, me bañé, luego pase a su habitación a revisar si estaba despierta.

Ella estaba sentada en su cama con la misma ropa de ayer. Escuchando música con los ojos cerrados.

Me quedé unos segundos viéndola a ella y a su habitación. Me fijé en cada cuadro que había en su habitación, la mayoría eran de ella o paisajes.

Pero había uno que me dejó totalmente desorientado. Era un cuadro de ella en lencería negra, ella estaba pintado un cuadro con una copa en mano.

Le habían tomado esa foto y la colocaron en ese cuadro.

Todo en esa foto se ve tan bien, desde sus salvajes curvas, hasta la pintura que estaba haciendo.

Tengo un suéter negro ceñido y un pantalón negro suelto.

Hace un poco de frío, pero no tanto como ayer.

Camino hacia su habitación para buscarla, la puerta está abierta y ella parada casi en frente de la puerta.

Mis pasos son silenciosos y ella no se da cuenta que está enfrente de mi. Creo..

—Puedo sentirlo en frente de mi, Agente.

Uff.. empezamos fuerte con ese agente.

—Claro.. venía a buscarla para que desayunara.

Ella asiente y me brinda su mano para que la lleve.

La tomo con cuidando llevándola a el comedor.

La siento y ella me agradece.

Parto con cuidado una tostada y le doy un trozo.

—Pruebe.

Ella siempre mantiene los ojos cerrados cuando está conmigo, lo he notado.

—¿Puedo hacerle una pregunta?—ella deja de masticar y traga para responderme.

— Dígame...

—¿Porqué mantiene los ojos cerrados?

Se queda en silencio unos segundos pero después responde:

—Me resulta incómodo no poder mirar a las personas a los ojos, ya que no puedo localizarlos. No tengo un punto donde ver y me molesta.

Tiene sentido. Pero es un castigo no poder ver esos hermosos ojos.

—Entiendo—le contesto.

—Yo le tengo una pregunta..

Me deja desorientado que ella haya tomado la iniciativa de hablar.

—Dime..

—¿Cómo eres? ¿Cuales son tus características y cualidades?

Esa pregunta me dejó un poco sorprendido.

—Si le digo que soy negro, ¿me despide?

Ella se queda en silencio y luego suelta una dulce y cálida risa.

Mi Guardaespaldas |18|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora