Kwik -E- Mart.
En múltiples ocasiones Naruto había pasado frente al establecimiento sin la necesidad de darle una segunda mirada. Después de todo, no era extraño que una cadena comercial como Kwik -E- Mart tuviera presencia en Springfield, se trata de una franquicia bastante exitosa con muchas tiendas repartidas por todo Estados Unidos y alrededor del mundo.
Pero a pesar de su aparente gran éxito el rubio Uzumaki no era un gran fanatico de los minimercados. No cuando los peces gordos se hacían de la vista gorda mientras sus empleados tenían vía libre para inflar los precios a su antojo y manejar estándares de calidad impresionantemente bajos; en más de una ocasión se encontró leyendo artículos en los periódicos o noticieros reportando sobre casos de intoxicación ocurridos en dicha cadena comercial.
Por tal reputación, no fue una sorpresa cuando Lisa le hizo saber que era el único lugar en toda la ciudad dónde aún vendían los dulces favoritos de Maggie. Huevos sorpresa; un dulce infantil de chocolate con leche de forma ovalada y que en cuyo interior hueco se podía encontrar un pequeño juguete.
“Pensé que esos dulces fueron prohibidos en este país” dijo Naruto cuando aparco en el estacionamiento del Minisuper. Sí mal no recuerda los fabricantes habían sido bombardeados con interminables demandas por casos de asfixia infantil, lo último que supo sobre aquellos chocolates fue que la empresa se limitó a enviar esos productos a países dónde sus leyes fueran más laxas.
Lisa no pudo hacer nada más que encogerse de hombros, honestamente no sabía qué decir pues su ciudad natal en ocasiones parecía ir en contra de la norma.
“Oye, Naruto ¿Puedes comprarme un raspado azul?” preguntó Bart mientras se asomaba por el hueco entre los dos asientos frontales.
Naruto le dedicó una larga y calmada mirada al hijo mayor de Marge, este al notar la ceja alzada en el rostro del conductor se dio cuenta de su error por lo que se frotó la parte posterior de la nuca ligeramente apenado.
"¿Por favor?".
"Claro y que tal tu, Lisa ¿Quieres algo de la tienda?" preguntó con una sonrisa a la joven de blancas perlas.
Lisa lo consideró por un instante antes de responder "Mmm, ¿Puedes comprarme uno de cereza, por favor?" pidió amablemente la joven Simpson.
"Seguro" respondió Naruto mientras salía del auto; dando un pequeño hola con la mano a los hijos de Marge, el rubio shinobi se encaminó al minisuper.
Todo el tiempo Lisa lo siguió con la mirada hasta perderlo de vista cuando las puertas automáticas se cerraron detrás de su amigo. Únicamente cuando se sintió segura de que Naruto no volvería a salir en el corto plazo, apartó la vista y giró la cabeza para ver a su hermano mayor; Bart se había puesto bastante cómodo, recostandose de espaldas sobre los asientos con una revista de deportes extremos en las manos.
Por supuesto, se quitó los zapatos antes de subir los pies o pasaría otro sábado limpiando con un cepillo de dientes todo el interior. Aunque Lisa estaba segura de que fue más por respeto a Naruto que por algún tipo de temor a represalias.
“...Eh…¿Bart?”.
“¿Mmm?” preguntó Bartolomeo sin apartar la vista de su revista.
“Tu…” Lisa no sabía cómo hacer la pregunta, o mejor dicho; no sabía cómo reaccionaría Bart a su idea. No obstante, el tiempo era un factor que sentía muy limitado “... ¿Te agrada Naruto?”.
La pregunta fue tan inesperada -por no decir ridícula- que Bart apartó su revista y giró la cabeza a su hermana con una evidente duda, casi incredulidad “Por supuesto” le respondió a una nerviosa Lisa “¿Por qué preguntas?”.
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El nuevo vecino de Springfield
FanfictionSolo acompañaba a una amiga, casi una madre para él, a visitar la tumba de su difunto hijo. No esperaba encontrar un agradable lugar para mudarse y vivir. Su vida de aventuras, romance y locura parece solo haberse vuelto aún más complicado luego de...