U n o

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Un Moka con caramelo a mi lado. Qué delicia.
Media hora después de estar repasando la lista de bebidas disponibles, me decidí por lo de siempre.
Recargué mi cabeza entre mis manos y di un suspiro largo. Mi pequeña libreta estaba sobre la mesa, aun cerrada. Rebusqué entre mi bolso, suplicando no haber olvidado mi lápiz.
-¡Bingo! -susurré al encontrarlo. Abrí el cuaderno, llendo directamente una página después de donde había escrito anteriormente.
Comencé a escribir.

"Un día nuevo, otra cuenta más por pagar en Starbucks. El lugar el día de hoy está un poco más solo que de costumbre, y, supongo yo, es debido al clima allá afuera. Las noticias advirtieron una tormenta de luz por toda la zona centro, y siendo honesta, amaba esos días."

Escuché la campanilla que indicaba que un nuevo cliente había entrado, y por pura intuición giré mi cabeza hacia la puerta.

"Es ése chico de nuevo el que acaba de llamar mi atención. Los últimos días lo he pillado mirándome, y en algunas veces, hasta sonriendome. Es alto, su cabello rizado y ojos verdes. ¡Dios! Esos ojos. Su lugar de costumbre es en la mesa que da directamente conmigo, y por suerte, yo siempre estoy sentada dándole la espalda, es de mal gusto, pero, no me pondría a mirarlo de frente, qué vergüenza.
Cambiando de tema, entregué mi curriculum en una editorial. Mi papá había ayudado, en cierta parte, y la próxima semana sabré si estoy o no dentro."

Pasé varios segundos sin saber que escribir. La verdad era que sentía la mirada de ese chico directamente y eso me incomodaba.
Traté de no girar mi cabeza. Siempre me concentraba en no hacerlo, pero aún así terminaba haciéndolo. Sus ojos se clavaron en mí y sonrió. No le sonreí de vuelta, ¡maleducada!.
Volví a mi posición inicial, mirando hacia todos lados y golpeando el suelo con mi pie a un ritmo desesperante por debajo de la mesa, haciendo que esta se moviera.
Tomé la pajilla entre mis dientes y la mordí ligeramente, absorbiendo un poco de café hacia mis labios.
Aferré mis dedos a mi bolso cuando un trueno retumbó en el cielo. Observé como la lluvia caía de forma diagonal, formando charcos que serían como un canto de gloria para los pequeños que saldrían a saltar en ellos.
Eramos solamente cinco personas las que nos encontrabamos en Starbucks. Una pareja de jóvenes a la izquierda, una chica sentada en la mesa del otro lado, el chico de ojos verdes y yo.
Volví a girar la cabeza hacia su mesa. Él estaba escribiendo algún mensaje en su IPhone, con los audifonos puestos escuchando tal vez alguna canción de Coldplay, suponía ya que su camisa tenía el nombre de la banda en letras llamativas. En su mesa tenía una rebanada de pastel de chocolate y un vaso de café americano con su nombre grabado. Traté de leerlo, haciendo lo posible para alcanzar a distinguir las letras que fueron escritas por un plumón negro.
Era una "H" y después una... ¿Eso es una "o"? El levantó su mirada y me alarmé. Voltié rápidamente, tomando mi cafe, sacando dinero necesario de mi bolsa y dejandolo en la mesa.
Tenía suficiente humillación por ahora. No importaba el clima, mejor regresaría mañana, esperando que ese chico se dignara a desaparecer o a por lo menos dejar de tener ese efecto en mí; parecía una tonta.

Starbucks {h.s}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora