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Tenía en mis manos un libro de Historia que tenía que leer para la universidad.
Sostuve mi paraguas mas cerca de mi cuerpo para tratar de no mojarme en la lluvia en el camino a Starbucks. Esquivé uno de los charcos que comenzaba a hacerse y continué caminando hasta el local.
El sonido familiar de la campanilla al entrar sonó. Ese chico estaba allí. ¡Demonios! Estaba sentado en mi mesa. Lo sé, no es mía, pero técnicamente lo es. Es decir, al sentarme más de veinte veces allí, se bautizaba automáticamente como de mi propiedad.
Había una mesa desocupada a unos ligeros pasos mas y decidí hacer mía esa mesa. No me caería nada mal visitar otro lugar. Pero extrañaría la preciosa vista que tenía; llena de autos mal-estacionados, carteles luminosos y gente pasando de un lugar a otro.
-¡Señorita! -una voz profunda se escuchó detrás de mí. Tuve miedo de voltear. ¿Se dirigía a mí?-, la de blusa azul -mi vestimenta se basaba en ese color. Finalmente miré a la persona, que para mi mala suerte, me miraba de nuevo sonriendo desde el lugar donde yo debería estar.
-E-h... ¿Me hablas a mí? -el asintió e hizo un ademán con sus manos invitandome a sentarme con el.
-Lo siento si te molesta que yo me siente aquí, me agrada la vista -se encogió en hombros sonriendo y yo me senté en la silla que estaba frente a él.
-No hay problema, la vista puede ser compartida -hipocrecía adornando la oración. El me sonrió aún más como si fuera posible y al fin me digné a regalarle una sonrisa.
-¿Tu eres Rain? -su astucia me asustó. No conocía a este chico, pero él a mí si- tu vaso lo dice -el sonrió y al fin caí en la cuenta de que solamente había ledído mi nombre en el vaso de bebida que consumía cada tarde. Sonreí.
-Tu eres... -tomé su bebida y busqué su nombre en ella- ¿Harry?
-Un gusto conocerte -me ofreció su mano como saludo y lo acepte sonriendo.
-Igualmente -asentí-, ¿eres de aquí? -lo decía por su inconfundible acento extranjero.
-No, soy de Inglaterra -sonrió- ¿te gusta la historia? -preguntó observando el libro en mis manos.
-Es un trabajo de la universidad, tengo que leerlo y hacer una reseña de ello -suspiré.
-Ah, pues, si quieres, te puedo ayudar -se encogió en hombros-, la historia se me dá muy bien.
-Muchas gracias, lo tomaré en cuenta -le dije riendo.

El mesero vino hacia mí, preguntandome que clase de bebida quería tomar:
-Moka, por favor -no me extraña haber pedido eso. Harry sonrió.
-Un capuccino, por favor -el chico anotó los pedidos en su libreta sonriendo y se fué hacia la cocina. Harry tomó el libro de historia y comenzó a ojearlo. Los gestos impresos en su cara me causaban gracia- me parece que este libro ya lo he leído, así que será más facil -sonrió.
-Eso espero -bromeé y reimos. En unos minutos, el mesero sirvió a cada uno el café y sin más, se fué de nuevo.
-Rain, fue un placer conocerte, me tengo que ir -sonrió levantándose de su silla-, aquí tienes -me entregó unos cuantos dólares.
-Harry, ¿para qu...?
-Yo invito -me lanzó un guiñó y salió por la puerta de Starbucks.

Starbucks {h.s}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora