Prólogo

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Todos cometemos errores, algunos más significantes y con más consecuencias que otros, y no todos tenemos la oportunidad de enmendarlos.

Yo tuve la suerte de tener una oportunidad, aunque un poco difícil de creer.

Les contaré mi historia, en la que tuve que ver mi futuro para enmendar mi presente.

Primero que nada, mi nombre es Paúl. Como todos, tuve amigos, de esos que consideramos amigos de verdad, de los que nunca te abandonan pase lo que pase.

Eran tan buenos amigos que aunque yo no los valorara como tal, siempre estaban ahí para mí.

Yo siempre he sido una persona simpática, pero bastante engreída. Tanto, que llegué a negar varias amistades para poder mantener mi popularidad en la ciudad. Así fui perdiendo amistades, pero nunca me di cuenta de lo que realmente sucedía, hasta que un día tocaron mi puerta. Era un señor misterioso, de barba larga y de color blanco. Usaba gafas oscuras que no permitían ver sus ojos.

-Sé que no sabes quién soy, pero yo te conozco muy bien -Me dijo-. Estás cometiendo muchos errores, de los cuales te arrepentirás en el futuro.

Yo estaba muy confundido, tanto que no alcancé a decir nada.

Se quitó las gafas y dejó ver sus ojos. Unos ojos grises, casi blancos, tan claros que casi no se distinguía el iris de la esclerótica, con una mirada profunda, hipnotizante.

-Sé que eres una buena persona -Continuó-, y te daré la oportunidad de enmendar tus errores. Te dejaré ver tu futuro, y espero que aprendas la lección por tu cuenta.

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Este es el prólogo de la historia, espero les guste. Como ya había dicho en la descripción, las actualizacionea serán una vez por semana los días miércoles, a excepción de hoy, que es jueves, ya que no quiero que se me acabe la historia tan rápido porque es realmente corta. Espero sus comentarios y sugerencias, nos leemos el próximo miércoles.

Mi otro yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora