- Convivencia -

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Ramón se levantó por la mañana. No quería salir de su cuarto, pero tampoco quería ser un cobarde. Así que decidió usar todas las excusas del mundo. Se lavó los dientes, se duchó, se peinó, ordenó, pero ya no necesitaba nada más. Así que le tocó el orgullo, tomó oxígeno y salió de su habitación.

No había nadie aún, así que sirvió platos de cereal para él y sus hermanos, muy despacio para no hacer ruido. Se sentó a comer su plato para poder irse sin que le preguntaran, ya que la comida ya estaba servida.

Estaba comiendo cuando escuchó los pasos y voces de sus hermanos. Tragó todo de una vez, casi ahogándose, y corrió al lavaplatos.

¿Ramón? - Bruce sonrió saludando delicadamente a su hermano.

¿Qué haces, hermanito? - Ramón frunció las cejas y lavó su plato.

¿¡Espera, ya te vas!? - Ramón corrió hacia la puerta.

Sí, es día de búnker. - Ramón corrió hacia su escritorio y se sentó allí, sintiéndose incómodo y nervioso. Comenzó a recortar cosas al azar, pero se detuvo al darse cuenta de que no estaba haciendo nada más que picar papel.

Tenemos que hablar con él. - Floyd miraba ansioso hacia el cuarto donde estaba Ramón.

Sí, pero nos va a lanzar las tijeras en la cabeza. - JD sonrió.

Nos va a lanzar por un barranco. - Clay se puso la mano en la cara.

¡Hola chicos! - Poppy gritó.

¿Y tú cómo entraste? - Bruce miró a Poppy, que rió.

Bueno, es día de búnker y soy la novia de Ramón. Sé cómo entrar y tengo el permiso. Bueno, me tiene que acompañar. Tenemos que hablar con mi papá sobre su estadía aquí. - Poppy fue amable.

Pero no podemos dejar a Ramón solo ahora. - Floyd estaba estresado, quería pasar tiempo con Ramón.

Los cinco se miraron. Poppy necesitaba llevarlos, pero entendía que quería estar un poco más con Ramón para hablar y todo eso.

Yo me quedo con él. Ustedes vayan. - Bruce calmó a Floyd, que estaba nervioso, pero JD y Clay lo arrastraron por los brazos mientras Poppy los guiaba con una sonrisa.

Bruce suspiró. Sabía cómo hablar con chicos como Ramón. Después de todo, tenía un hijo que también era... un Ramón, jaja.

Caminó hacia la habitación donde estaba Ramón y se asomó lentamente. Ramón estaba recortando un poco de papel, pero no hacía nada. Parecía triste.

Entró lentamente al cuarto, como si moverse demasiado haría que Ramón escapara como un gato callejero.

¿Puedo sentarme aquí a tu lado? - Bruce se sentó antes de que Ramón pudiera responder.

Claro... - Ramón seguía escribiendo. Tenía una melodía en la cabeza. Después se la daría a Dante para que tocaran juntos.

¿Haciendo una canción, hermano? - Bruce sonrió.

Bueno, Dante una vez dijo que era su musa, así que desde entonces intercambiamos... melodías. - Bruce sonrió. Funcionaba, hacer preguntas fáciles hacía que hablaran solos.

¿Qué es eso? - Bruce señaló una especie de radio con botones.

Es Gary, mi mascota. - Bruce se quedó mirando. ¿Su mascota? ¿Cuánto tiempo llevaba Ramón en el búnker?

Qué lindo. - Bruce sonrió nervioso. Ramón lo miró seriamente a los ojos. No debía mantenerse sereno, callado, pero su labio comenzó a temblar, y una risa se le escapó.

¿Eso fue una risa? - Ramón se tapó la boca con la mano y sintió nostalgia. Habían pasado años desde que Bruce se sentaba a su lado y tenían una charla amena. Se... se sentía bien.

Lo siento, es que ha pasado mucho tiempo, y usualmente los otros trolls se asustan porque, bueno, Gary es... Gary. - Ramón siguió escribiendo con una sonrisa.

Ya veo... los otros trolls no se llevan muy bien contigo. ¿Te molestan, Ramón? - La cara de Bruce era seria. Si alguien estaba molestando a su hermanito.

No, no, de verdad, ellos... yo era gris. - Bruce se quedó callado y escuchó. - Cuando la abuela murió, me volví gris, y así fue por mucho tiempo, hasta que hice amigos, y mis colores volvieron. Pero... soy un troll introvertido. Amo a mi gente, amo a mi tribu. Solo soy Ramón. - Bruce sonrió.

Lamento no haber estado ahí. No debería haber dejado a mi hermanito. - Bruce vio que Ramón lo miró a los ojos.

Te perdono. - Ramón susurró.

¿Espera... así de fácil? ¿Después de 20 años? - Bruce sintió cómo sus ojos se llenaban de lágrimas y su labio temblaba.

Solo quería eso, una disculpa. Además, si no te hubieras ido, ¿entonces cómo tendría una cuñada tan encantadora y un grupo de sobrinos? - Ramón le sonrió a Bruce. - Además... tendrás que conocer al nuevo Ramón. Ya no soy un bebé. - Ramón terminó de escribir su melodía y la guardó.

Sabes, tal vez nos mudemos cerca de aquí. Los niños pronto empezarán la escuela, y mi mujer quiere que estén cerca de la familia. - Bruce sonrió cuando Ramón asintió.

Eso no te salvará del pus en el ojo. - Ramón se rió mientras caminaba hacia su sofá, seguido de Bruce, que se sentó a su lado.

Nadie se salva de la pus en el ojo, hermanito.

¿Me cuentas más sobre ellos? - Bruce estaba feliz. Quería contarle todo a su hermano.

Bueno, somos mi esposa Brandy y mis seis hijos. Ya sabes, tengo a una inteligente, un revoltoso, dos mordelones, un bromista y un bebé de mamá. - Ramón se rió.

¿Ellos no? ¿No están en...? - Ramón no sabía cómo preguntar.

No. A veces cantan juntos para algún que otro show, pero Brandy y yo no los dejamos. Ser una banda, no hasta que sean grandes. No queremos que tengan ese precio y que... se separen. - Ramón se acercó un poco a su hermano acurrucándose sobre él.

Sabes, cuando éramos la abuela y yo, me hacía hacer rompecabezas con ella siempre, para decirme que todas las piezas encajaban en un lugar. Pero también que no todas las piezas encajan o deben ir en el mismo rompecabezas. Pero... encontrar un rompecabezas genial donde son geniales. - Bruce iba a abrazar a su hermano, pero cuando lo vio, estaba dormido.

Tú también encontraste uno genial, hermanito. - Bruce cerró los ojos al lado del troll más joven.

Cuando sus hermanos llegaron, no podían despertarlos. Era muy tierno.

Ramón, Corazón Herido [Corregido][Terminado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora