𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟏

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Ser igual a las demás niñas siempre fue mi sueño.

Desear ser normal era una de mis principales necesidades, ser aceptada ante la sociedad era un deseo más a mi lista.

Pero desde que tengo memoria, siempre he sido diferente a los demás. No solo por mi estilo de ser, si no, por lo que puedo ver.

A los 6 años aprendí que no era normal para la gente ver maldiciones o "monstruos" como yo les llamaba a aquellas criaturas deformes y horrorosas que atormentaban a las personas.

¿El bien y el mal?

Bah, que le importaba eso a una pequeña niña. Al menos a mi no, después de todo, aquellas maldiciones obedecían todas mis ordenes y reclamos, haciéndome creer por mucho tiempo que eran mis amigas.

Hasta que ese día llegó.

El día en que conocí a las maldiciones que solo buscaban el mal, asesinando a las personas sin pensarlo, solo para obtener una mínima gota de sangre.

Y para mi mala suerte, esos fueron mis padres.

Esos padres amorosos, atentos y perfectos para mí fueron maldecidos, convirtiéndose en la mayor de las maldiciones que alguna vez había visto.

Temo decir que para una niña de 8 años, tratar de matar a sus padres no es algo de lo que se pueda estar orgullosa.

"Mamá... Papá.... ¡Soy yo!" Mis lagrimas se acumulaban en mis ojos, desenfocando mi visión. "Por favor, no me maten. Prometo ser una buena niña" Mis labios temblaban con cada palabra que salía.

Juro que intenté hacer todo lo que estaba en mis manos, esas pequeñas manos llenas de sangre ajena que luchaban por defenderme.

Recuerdo haber corrido hasta el armario de la cocina, escondiéndome de los monstros que buscaban mi alma.

Fuertes pisadas se acercaban hacia mí, acelerando mi corazón al punto de poder escuchar mis latidos en mis oídos. Cerré los ojos esperando mi muerte, aguantando la respiración, pero aquello nunca sucedió.

El silencio absoluto llegó después de ciertos golpes y gritos desconocidos, haciendo que mis instintos me mantuvieran alerta.

Las grandes puertas de madera se abrieron de golpe, mostrando una gran silueta a contra luz.

¿Acaso era él mi salvador?

¿O una nueva maldición?

- Tranquila.- Aquella majestuosa voz atravesó mi cuerpo, calmando mis miedos.- Todo está bien.

Tallé mis ojos, incrédula de ese ser que había salvado mi vida.

Sus cabellos eran tan blancos como la nieve, su rostro fino y marcado. Pero aquello que me tenía mas impactada eran las vendas que cubrían sus ojos.

Nunca había visto a alguien así.

Hasta que él llegó a mi vida.

Satoru Gojo.

El hombre a quien le debo todo, aquel que me dio un lugar donde vivir, una escuela y sobre todo, aquel que me hizo sentir especial.

Viví desde los 8 años en la academia de hechiceros de tokio, donde conocí personas increíbles y formé amistades únicas, aunque nuevamente había vivido una dolorosa muerte.

El mejor amigo del sensei.

Al pasar el tiempo todos pudimos superarlo.. al menos eso creíamos.

𝑪𝒊𝒆𝒍𝒐 - 𝑹𝒚ō𝒎𝒆𝒏 𝑺𝒖𝒌𝒖𝒏𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora