01.

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Tom

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Tom.

Eran las dos de la mañana con exactitud, y apesar de que en la mañana teníamos cosas de mega importancia, yo simplemente no podía consiliar el sueño.
Me pasaba muy seguido, esto de tener insomnio; hace cómo casi un año que duermo menos de dos horas cuatro veces a la semana, y estoy a nada de enloquecer. Cada noche bajo a la cocina con lo que es un pantalón de pijama cuadriculado, sin playera; me preparo un tazón de cereal y como mientras veo aquel video en mi celular, una y otra vez, hasta que la tristeza llega a mí, subo a mi habitación a deprimirme más, a la vez en la que observo la fotografía en mi guardapelo dorado.

Pero hoy mis planes cambiaron, un poco.

—¿Qué haces despierto? —miré a Bill, quién había llegado somnoliento, despeinado y con cara que mejor ni les cuento.

—¿Tú qué haces despierto? —le devolví la pregunta.

—Sin tú presencia en el cuarto me siento vacío, frío, desierto, hueco, solitario, apagado, afligido, melancólico, apesadumbrado, alicaído, desagraciado, aciago, deplorable. —se sentó a mi lado, restregando su rostro con ambas manos. Lo miré confuso, y él solo me dirigió ojos divertidos.

—Ni siquiera dormimos juntos —murmuré, jugando con el cereal azucarado de mi plato.

—Lo sé, genio. Era sarcasmo. —me miró de reojo y también al celular prendido cerca de mí —Tuve una pesadilla, por eso estoy aquí; ahora habla tú.

—Insomnio.

—Y la mejor cura para eso es ver el video de Venus bailando diez veces seguidas, —eso claramente no fue pregunta, si no más bien una afirmación asimiladora —, mientras comes cereal a las dos cuarenta y cinco de la mañana.

—Déjame en paz.

—¿En ese estado? —negó —No, claro que no. Parece que te quieres lanzar del sexto piso, y no me quiero quedar sin gemelo feo, no resalto tanto si no estás a mi lado.

—Ja, ja, ja. —rodé los ojos —Gracias a tu amabilidad me siento más alegre, con ganas de vomitar arcoiris por todos lados.

—Qué bueno que fui de ayuda —me palmeó la espalda, y con pesar se levantó de la silla para irse. Pero casi tan rápido cómo se dirigió a las escaleras, volvió a dónde estaba yo. —¿Por qué eres tan idiota?

—¿Eh?

—Lo que oíste. Eres un idiota.

—¿Ahora qué hice?

—¡Sí, no te recuerda, ¿y qué?! —alzó los hombros, mientras que yo me sentía aún más mareado —¡Por algo se enamoró de tí una vez! ¡Puede volver a pasar!

—¿Hablas de Vee?

—No, hablo de la vecina con Alzheimer.

—¿Qué?

¿𝐒𝐄𝐗 𝐖𝐈𝐓𝐇 𝐆𝐈𝐑𝐋𝐒? -ᴛᴏᴍ ᴋᴀᴜʟɪᴛᴢ-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora