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⋘El bosque⋙

A la mañana siguiente, antes de que los primeros rayos del sol alcanzasen las ventanas de la casa de Faelynn, esta partió en dirección a Cala Bahella.

Era algo rutinario.
Despertar, coger el macuto con agua y ropia de recambio y salir.

Por el camino se transformaba en zorro, así no solo llegaba más rápido, sino que conseguía el desayuno.
Pero debía asegurarse de volver a transformarse en se forma humana antes de llegar a la Cala.


Las sirenas odian a los zorros.


Se escabulló entre las grietas de las rocas que encerraban la cala e inspiró el aire salado del lugar. Una sonrisa se formó en sus labios tan rápido como vio los colores anaranjados del amanecer teñir el cielo y el agua.

Se quitó sus sandalias y soltó el macuto bajo una palmera, y sin más corrió hacia el agua.

Sintió como su cuerpo se fundía con el agua cristalina de la cala, se sumergió completamente, manteniéndose unos segundos bajo el agua para luego volver a la superficie por oxígeno.

Era como volver a nacer.

El aire salado inundando sus pulmones y el agua fresca rodeándola.
El roce de unos diminutos peces llevó su atención a sus piernas, donde estos nadaban en círculos, dándole la bienvenida un día más.


Empezó a nadar por la cala, buscando a Raidne, tenía que contarle lo que su padre había dicho la noche anterior.

La encontró peinando sus largos cabellos azabaches sentada en una de las rocas. Raidne la invitó a sentarse con ella.


-¿Te encargarás de reparar la barrera este año? ¡Eso es genial! Me alegro por ti Fae, que honor, que... - la felicidad de la joven sirena pareció apagarse cuando vio la mueca de preocupación de su amiga - No quieres hacerlo ¿Verdad?

Faelynn negó con la cabeza. - Es más como que... No creo que pueda hacerlo ¿sabes?

-¿Bromeas? Eres una Magnalis, además de la chica más decidida que conozco, si te lo propones lo conseguirás

-No es tan sencillo como "solo querer" Raidne...

-No lo entiendo... ¿No se supone que llevas "la magia en la sangre" o algo así? 

-Si tan solo fuese así de fácil... - Faelynn agachó la cabeza, mirando sus pies, y luego la cola de su amiga, eran tan distintas la una a la otra, y sin embargo cualquier problema parecía solucionarse cuando estaba con ella.

-Nada que merezca la pena es fácil. - Raidne se encogió de hombros. - Ni si quiera nadar lo es, ¿sabes cuantos músculos hay que mover para nadar apenas un metro?

-Aproximadamente... once en humanos, y veinticinco en sirenas. 

-Correcto. Pues que tal si mueves esos once músculos... Y te despejas. Luego lo verás todo mas claro.

Raidne saltó al agua, salpicando a Faelynn que, riendo, se tiró al agua con su amiga y comenzaron a nadar.
De fondo el resto de sirenas, que ya habían despertado, calentaban sus voces para sus canticos matinales y peinar sus largos cabellos que brillaban a la luz del sol junto a sus pieles plateadas.

Siguieron a pececillos de colores por su camino ha buscar plakton para comer, recolectaron pequeñas conchas que los cangrejos de mar habían intercambiado por otras más grandes.

Sintiendo las texturas del coral y algas, junto con el cosquilleo que el sol le hacía al impactar en su rostro, haciendo que sus pecas se mostrasen más fuertes, y que su piel se tostase ligeramente.


"Deja que el agua se lleve tus problemas, 
no que ellos te lleven a tí"


● ● ●


Con sumo cuidado abrió y analizó cada pergamino del antiguo estudio de su padre.

Castewell, tierra de abundante agricultura, justo lo que a Vormhal le faltaba.
Si bien su tierra era abundante en cuanto a minerales, los gases que expulsaba la extracción de estos hacían que la tierra perdiese parte de su fertilidad.

Un día de viaje en barco, era lo único necesario para ir allí.

Lavinia Forresain era la única hija de los reyes de Castewell, una familia que, en la antigüedad fue de importantes burgueses, hasta que una de sus hijas se casó con un conde, y su heredero con la princesa del pueblo, hacía unos años.

En resumen una familia en prosperidad y, por los cuadros que había visto, ella era una joven bella de ojos rasgados y oscuros, que vestía ropas azules, a juego con su sombra de ojos, y siempre llevaba su pelo azabache lacio como una tela sedosa de la mas alta calidad cortado por los hombros.

Era perfecta.

Y el matrimonio entre ellos significaría una expansión económica y cultural, además de engendrar al próximo heredero para el trono.

Era perfecto.


Perfecto, de no ser porque Asher no quería casarse con una extraña.


Cada día a partir de ese día se sentían extraños, Holden ansiaba el sí de su sobrino, y Asgher ansiaba que parase su insistencia.

Agora más que nunca aprovechaba cada vez que podía para escabullierse a la biblioteca a enterrarse en sus libros y mapas.

Y fue justo eso, una de esas tardes evadiendo la, en su opinión, terrible realidad, con uno de sus libros favoritos, que todo tornó sentido.


"Una cantimplora y ropa de cambio, no necesitaba más, se disfrazaría de campesino para escabullirse entre la multitud y el rey nunca se daría cuenta (...) dijo adiós a su casa por última vez, antes de irse en dirección a la montaña, donde sabía, que encontraría la tan ansiada fuente..."


Había un lugar fuera de los libros donde podría escapar de su tío, y de todo lo que odiaba hacer, el único lugar donde los mapas no habían conseguido llegar, el único lugar que parecía sentirse más como su hogar que el castillo donde se había criado desde niño.

El bosque.


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//Este capítulo es un poco mas corto, pero bueno. 

¿qué les parece?

¿quieren que continúe?

Si les está gustando voten por la historia, y dejen un comentario ;)

Tened buen día:) //


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