Vestido

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Cómo todos los sábados en la mañana, los hermanos Blight cumplían sus tareas. A diferencia de otros niños, eran muy afortunados: era mejor limpiar o organizar las cosas de una iglesia que tener que salir a limpiar la ropa al río o tener que cocinar para toda la familia.

El único problema era que la iglesia era amplia. No importaba si el pueblo fuera pequeño, era de las cosas más importantes. Era más grande la iglesia que el único hospital.

—Manoplas ¿Me ayudas con esto?—llamó una y la menor fue ayudarla a limpiar las copas. Era lo último de ese día.

El único chico de los tres hermanos se acercó con las manos sucias por haber limpiado los marcos de los cuadros. Dejaron todo en buenas condiciones.

—No puedo creer que tenga que ir a la escuela un sábado—protestó Edric.

—Agradece que mínimo puedas ir a la escuela—contrapuso su gemela.

—Gracias por los libros que trajiste el otro día—agradeció la menor de los tres; Amity.

—No es nada, pero escondelos bien. Me meteré en problemas si se dan cuenta.

Después de varios minutos rogando, Amity y Emira convencieron a su padre para acompañar a su hasta a la escuela con la excusa de que de paso comprarían comida para que los cocineros preparan la comida de la noche, aunque les dijo que  o era necesario y que las mucamas podían hacerlo. De igual formar, les permitió ir. Amity se guardo el dinero en un pequeño bolso que su padre le dió y luego caminaron hasta el pueblo, ya que su casa y la iglesia estaban levemente separados de la zona principal. Las hermanas vieron como Edric entraba preparado para su exámen y se despedía de ellas.

—Me gustaría poder ir ahí...—murmuró Amity para su hermana y se dieron la vuelta para irse.

—¡Cuidado!

Una niña pasaba corriendo a tanta velocidad que se notaba que no podría parar. Amity se movió a un costado pero no fue suficiente pues la chica termino tropezando por culpa de pie de otra persona y se llevó consigo a Amity.

Convenientemente, había un pozo no profundo con agua al lado, utilizado para lavar la ropa, y ambas chicas terminaron mojadas completamente.

—Lo siento, lo siento mucho de verdad—dijo la niña. Tenía piel morena y vestía con harapos y era bastante delgada—. Me estaba persiguiendo un caballo y me asusté mucho, lo siento.

La chica morena se levantó y le dió una mano para ayudarla. Amity la vió con el ceño fruncido, enojada por su arruinado vestido.

—Toma, se te cayó esto—la morena se dió vuelta y le entrego su bolso.

No le pudo decir gracias por alcanzarlo, no después de tirarla a un charco de agua.

—¿Estás bien, Manoplas?—preguntó Emira y la ayudo a levantarse después de que rechazará la ayuda de la morena.

—Si, si... Estoy bien—tenía ganas de llorar por su vestido. En los días normales no podía usar los vestidos de gala carísimos que su madre mandaba a hacer a los mejores del país. Pero igualmente le gustaba bastante y de todos los vestidos no destacables que tenía, era su favorito.

—Lo siento mucho—repitió la chica. Ya la estaba hartando.

Alrededor había varias personas chusmeando y murmurando mientras miraban a la morena. Está se ruborizo, le pidió disculpas otra vez y se fue corriendo a la misma velocidad con la que llegó.

—¿Está lastimada, señorita?—preguntó un joven que estaba a unos metros, también observando la situación.

—Si, todo bien—suspiró Amity—. Emira, vamos a comprar esa y vámonos a casa de una vez.

—Si, claro—asintió su hermana—. ¿Tienes el dinero?

Amity abrió la bolsa y metió su mano para coger las monedas pero su rostro cambio al darse cuenta de algo; ya no estaban.

Miró a su alrededor por si se le habían caído en algún momento y no se dió cuenta, pero no estaban.

—No las tengo—dijo asustada la menor—. Ella se las llevó.

—¿La chica que se chocó contigo?—preguntó su hermana.

Una mujer no mucho más grande que ellas se les acercó.

—Es probable que sí—les dijo la mujer—. Esa niña tiene fama de ser ladrona, aunque nadie tiene muchas pruebas.

—Amity, vamos a casa—suspiro su hermana tomando la mano y alejándola de todas esas personas.

—Estoy segura que fue ella; además quería arruinar mi vestido—continuó protestando la chica.

—Anda a saber por qué estaba robando—murmuró Emira—. La señora Emily te hará un nuevo vestido.

—Pero mamá se enojara por perder el dinero.

Emira asintió, pues sabía que era verdad.

RIESGO /Lumity/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora