Se quedó horas al lado de esa cama llorando, hasta que el ruido de su estómago le recordó lo hambrienta que estaba.
Intento levantarse e irse, pero nada más hacerlo, veía al muerto que alguna fue su madre. Tomó algunas de las monedas y salió corriendo de la casa, mientras algunas lágrimas caían por sus ojos.
Tenía pensado ir a lo de la bruja. Era la única persona que conocía. Además de Gus, o como le gusta llamarle, el chico de la empanada, pero no quería meterlo en problemas de nuevo.
Salió de la casa con el corazón hecha pedazos y corrió en dirección al centro del pueblo, dónde tomaría el camino que siempre tomaba para visitar a la bruja. Aunque estuviera con los ojos aguados de las lágrimas y su pecho le dolía por distintas razones, no quería parar de correr hasta estar en los brazos de la única persona con la que tenía algo de confianza.
¿Por qué Amber ya no era su amiga? ¿Por qué la abandonó en el peor momento de su vida?
El sol se estaba a punto de ocultar, lo que significaba que las personas volverían a sus casas y que las calles se quedarían casi vacías, a excepción de un par de personas.
Al estar tan concentrada en sus pensamientos, no logro darse cuenta de la chica enfrente suyo, y cuando lo hizo, sus pies no le permitieron frenar a tiempo por la velocidad a la que corría, casi cayendo con ella al suelo si no fuera por sus buenos reflejos que tomo a la chica de la espalda para que ninguna de las cayera al piso.
—Disculpa, iba rápido y no me di cuenta...
Fue interrumpida por un golpe en su rostro, tambaleándose por el repentino dolor en su cachete.
—Auch—murmuró, posando una mano en dónde la chica habían golpeada.
—Estuve esperando este momento para confrontarte por lo que hiciste—dijo la castaña, dando un paso al frente llena de seguridad, confundiendo a la morena que no sabía a qué se refería.
Después de observarla unos segundos, notó el paralelismo entre la chica enfrente suyo y la chica a la que días antes robo un cacho enorme de monedas. Y que además había ensuciado su vestido de barro; un vestido que aunque pareciera sencillo, si venia de la famila más importante y adinerada del pueblo, y talvez de todos los pueblos cercanos, debía costar una fortuna.
—L-lo siento por lo que hice, yo...
—No me importa tus justificaciones o tus motivos. Mis padres están furiosos por la perdida de dinero y todo es tu culpa, ¿crees que puedes ir robando por ahí sin consecuencias? Ahora las vas a tener.
—Pero yo...
—¿Qué? ¿Qué vas a decir? ¿Vas a decir que tus padres no te compraron la muñequita que querías y por eso robas como una imbécil? Ja, por favor, se más original.
—Pero no me estás dejando decir nada...—dijo Luz, apunto de estallar en lágrimas.
Definitivamente era el peor de su vida y que un par de personas se acercarán a ver la situación con ojos curiosos no ayudaba en nada.
—¿En serio piensas que tienes derecho a decir algo?—dijo la castaña, claramente influenciada por la manera en la que sus padres discutían o hacían tratos con personas de su mismo o más alto nivel.
Desde pequeña se le enseño todo sobre Dios y sus enseñanzas; lo que estaba haciendo la chica merecía un castigo ¿no? Para algo le habían enseñado todo eso.
No robarás
Para algo le habían prohibido ir a la escuela pero si la obligaban a aprenderse los diez mandamientos de memoria.
Pero lo que Emira le dijo... ¿De que lado se supone que debía estar?
Lo que no esperaba que pasará es que la morena enfrente suyo, acusada de ladrona, rompiera el llanto ahí mismo y se cubriera la cara con sus pequeñas manos.
¿Qué está haciendo?, pensó Amity ¿está tratando de hacer la víctima?
Las personas que estaban atentadas a ellas se disolvieron, aburridos; ver a una niña llorar era normal y no llamaba la atención de los chismosos.
Sin saber que debía hacer, Amity se quedó quita observando como actuaba.
Un muchacho de tez oscura se acercó algo preocupado y puso su brazo sobre el hombre de la morena, haciendo que se girará algo asombrada por el repentino acto, olvidando a la castaña que seguía esperando una respuesta.
—¿Estás bien?
—Oh, hola—respondió Luz, pasando su brazo por la cara para limpiar las mejillas mojadas aunque no sirvió de mucho—. Eh, si, todo bien.
Cada vez estaba más incómoda de estar en esa situación; tenía a la desconocida, que no lo era tanto, pues sabía perfectamente de quién era hija, acusándola de ladrona, por qué lo era, y al único amigo que tenía, aunque no sabía si tenía la confianza para llamarlo de esa forma. Y todo eso sucedía tan solo horas después de pasar el peor momento de toda su vida al ver a su madre sin vida.
No tenía la capacidad de contestar nada, solo quería irse de ahí y no ver la cara de ningún estúpido de ese pueblo en lo quedaba de día. O mejor, por lo que le quedaba de vida.
—¡Augusto, vuelve aqui ahora!
El chico se giró y vió a su padre llamándolo desde la puerta de su casa. El cielo ya se estaba llenando de estrellar y no quedaban muchos minutos para que el sol descendiera por completo.
—Yo, lo siento, me tengo que ir—dijo dándole un rápido abrazo a la chica—. Espero que nos volvamos a ver, Luz.
Ignorando la presencia de Amity, como lo había hecho en todo momento que estuvo ahí, Augusto se fue corriendo de nuevo a su casa, quedando solo ellas como en el inicio, a diferencia que está vez casi no habían chusmas presentes.
—Supongo que me tengo que ir—dijo Luz, tratando de llegar a la casa de la bruja de una vez por todas.
—No contestaste ninguna de mis preguntas, no trataste de defenderte. Eso significa que si, que sos la ladrona—asumió Amity.
—¿Y? ¿Qué vas a hacer?—dijo, continuando su camino hacia su destino, tratando de ignorar de todas las maneras a la niña que la perseguía.
—Contarle a mis padres, ¿qué más?—dijo con los brazos cruzados—. Supongo que, como tus sabes, ellos son los dueños de la iglesia, te castigarán de alguna forma.
—Diles, adelante—dijo, sorprendiendo a la Blight quien quedó perpleja con su respuesta—. Me da igual.
Se supone que debías rogar por tu vida no hacerte la indiferente
Sin decir nada, la morena se fue corriendo, dejándola solo en medio de la calle, en medio de la oscuridad, sin saber que camino tomar para llegar a su casa pues estos varios no conocía e indefensa de lo que cualquier persona quisiera hacerle.
Lo peor: fue su propia culpa estar en esa situación por el berrinche de querer seguir a esa ladrona.
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RIESGO /Lumity/
Fanfic-Mi mamá me dijo que no podía hablar contigo. -A mi igual, pero mi mamá también me dice que la rebeldía es de las mejores cosas en el mundo ¿No te gustaría ser rebelde? -Creo que en este caso no aplicaría la rebeldía... -¿Por? -Nos podrían matar. -O...