2

2 0 0
                                    

A la mañana siguiente después de como termine amenazada por ese monstruo.

Porque no se le puede llamar hombre a ese...

Suspiro antes de terminar ese pensamiento, no quisiera maldecir. Ya no quiero pensar más. Con todo lo que pasó en tan poco tiempo estoy tan intranquila y cada vez cuando quiero intentar hacer algo violento, lo retengo. No quiero asustar a mi hermano ni tampoco a mi misma, porque si me dejo llevar por la ira que siento no voy a pensar con claridad de lo que haré.

Pero ya no sé como desahogarme más, he llorado al punto de no sentir nada. Mi cabeza duele todo el tiempo y mis manos tiritan de lo nerviosa que estoy.

—Se que estás pasando por un momento difícil para ti Astrid. Y lo siento tanto, sabes que estoy aquí para ayudarte —dice Barbara Harrison, la abogada de la familia.

Yo no hablaba. Luego de que me viera esta mañana al abrir la puerta y quedar sorprendida de los moretones en mi cuerpo, me llevó inmediatamente al hospital para que me revisaran.

Recuerdo que en el camino de regreso a la casa, mientras ella manejaba el auto me preguntaba preocupada y ansiosa por saber que me pasó, pero yo no le respondía, solo David le dijo que un hombre malo estuvo en la noche.

Ella solo me observaba preocupada, sin insistir más en preguntas que en ese momento no tenía ganas de responder.

Llegando a casa Barbara me estaba explicando que hacer, ya que tenía mi caso con la de David. Yo iba pelear por la custodia de mi hermano, porque no me gustaría que se lo llevaran a un hogar de niños sabiendo que yo tengo diecinueve años, edad suficiente para tenerlo a mi cargo. El problema era que no tenía trabajo ni tampoco estudios.

Hace un año que salí de la escuela y yo no sabía que estudiar, así que me tomé un año sabático para explorar y aprender de nuevas cosas. Recuerdo con tristeza cuando mis padres no me presionaron a entrar a la universidad, si no que me recomendaron eso. Que me conociera a mi misma.

Y ahora tengo que buscar un trabajo estable para que mínimo me consideren que estoy capacitada para tener la custodia de David.

—Además de que tus padres tenían una cierta cantidad de dinero para tu universidad —dice y al ver que no seguía respondiendo, repite —Tienes que buscar trabajo Astrid.

Suspira antes de seguir hablando.

—Astrid, cuando supe de lo que pasó vine directamente para acá. Aún que me tomó tiempo, porque vivo en otra ciudad. Quiero que sepas que no lo hago por mi profesión, además de eso sabes que fui su amiga y los aprecio mucho a ellos, que en paz descansen —dice mientras se persigna y añade —:Y a ustedes también.

Veo como ella me observa apenada. Estamos en la sala mientras se escuchaba de fondo las noticias en la televisión. No sabía que responder, desde que ha hablado lo único que le contesto es con monosílabos.

—Y si tomaras este consejo. Te diría que te cambiaras de tu casa y busques otro lado mas económico. Sé que has estado socialmente más elevado y que no estás acostumbrada a otro estilo de vida, pero si sigues en esta casa este ahorro te durará menos de un año. Si no buscas además un trabajo no podré dejar que tengas a tu hermano. Lo lamento, pero es así.

Yo en realidad intentaba escucharla mientras ella seguía hablándome, pero esto para mí sigue siendo un terrible sueño que jamás despertaré.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Dec 13, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Ayúdame DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora