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Descargo de responsabilidad: No soy dueño de Naruto

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Capítulo 14

Hinata era Hermosa en todos los sentidos posibles. En carácter, fuerza, personalidad.

Por supuesto en su apariencia.

Especialmente, pensó Naruto, cuando se arrodillaba ante él. Mirando hacia arriba con esos ojos lavanda, muy abiertos, esperando sus instrucciones, su tacto.

Naruto le acarició la cabeza, la acarició, enroscando los dedos en los gruesos mechones de su cabello, oscuro como la noche.

"Naruto-kun", suspiró ella. Movió los ojos hacia él. Un rubor le calentó la piel hasta los bordes del cuello.

Su suave y hermosa princesa, bonita y flexible para él.

La polla de Naruto palpitaba, completamente erecta y con la punta asomando por el prepucio.

Naruto sabía que había sido bendecido, y que debía tratar a Hinata como la princesa que era. Delicada, gentil y cariñosa.

Y, oh señor, la amaba, con cada fibra de su ser.

Pero no siempre podía tratarla tan bien. No cuando ella, su dulce Hinata, tan preciosa y hermosa y tan... tan pervertida, con un cuerpo que le hacía flaquear las rodillas. Que hacía que le doliera la polla de llenarla cada vez que estaba cerca con sus amplias tetas y su culo regordete. Suave y redondo de una forma que le hacía casi delirar, el tipo de cuerpo sobre el que siempre había leído mientras editaba los libros de Jiraiya, la figura de reloj de arena que volvería loco a un hombre.

Y Hinata se arrodillaba ante él con tanta facilidad, lo miraba con tanta adoración, con su lengua rosada recorriendo su labio de felpa como una ofrenda.

"Hinata", Naruto arrulló su nombre, acercando la cabeza de ella a su polla.

Naruto habría podido controlarse, mantener a raya todos sus demonios y oscuros pensamientos... si Hinata no estuviera tan ansiosa por ser utilizada por él.

Eso fue lo que le destrozó. Lo convirtió en el tipo de pervertido al que habría escupido antes en su vida. Le hizo hundirse en lo más profundo de su depravación.

Apoyó su polla en su cara, abarcando toda su longitud.

Era perverso e impío. Su querida y dulce Hinata, su preciosa y pálida cara contrastada por su bronceada polla, la punta roja y crispada como algo demoníaco.

Y ella se acurrucaba contra él, con su suave aliento sobre su piel y sus labios carnosos rozándole el tronco.

"Hinata", Naruto siseó su nombre esta vez. Con una mano le agarraba el pelo y con la otra la base de la polla, deslizándose lentamente por el surco junto a su nariz. Sus pelotas golpeaban su barbilla, y la parte superior de la polla se cernía sobre su cuero cabelludo. La cara de Hinata se inclinó hacia Naruto, hacia su polla, como si estuviera suplicando.

A Naruto no se le debería haber permitido hacer esto, frotar su verga por toda la perfección, ensuciar la cara de Hinata con su sucio precum. Pero ella suspiró y gimió, moviendo sus caderas, tratando de conseguir algún tipo de fricción para su solitario coño.

Tener a Hinata así hacía que Naruto se sintiera como Dios.

"Eres tan jodidamente bonita, Hinata". Naruto tomó su verga, el pulgar en la mitad del eje mientras presionaba la punta contra la frente de Hinata. Suave, delicada, los ojos de Hinata se cerraron mientras inclinaba la cabeza hacia delante y hacia atrás, ayudando a Naruto a marcar su piel como un animal. "Y aquí estoy... siendo tan asqueroso. Frotándote mi polla por todas partes, joder".

"Nooo." Los ojos de Hinata se abrieron de par en par, mirándole incluso mientras él le pasaba la polla por la sien y luego le rodeaba la mejilla con la punta. "Tu polla es... preciosa. Preciosa. Me encanta su peso sobre mi cara".

"Joder, joder. ¿Sabes lo que me estás haciendo?" La polla de Naruto estaba prácticamente goteando precum, la punta roja furiosa y brillante. "¿Sabes lo que quiero hacerte? ¿Lo mal que quiero hacerte?"

Naruto estaba a punto de quebrarse, de convertirse en un salvaje que tomaba y usaba, y la forma en que Hinata lloriqueaba y le hacía ojitos no ayudaba.

Ni tampoco las palabras entrecortadas que pronunciaba.

"Hazlo, por favor, por favor, Naruto-kun. ¿No lo harás? ¿Molestarme? ¿U-usar mi garganta hasta que duela?"

Fue él, fue él quien le enseñó a hablar así, a atacar todos sus puntos débiles, pero Dios, nunca se cansaría de ella. Siempre estaría consumido por la lujuria cuando ella se presentara para su placer.

Naruto bajó su verga hasta los regordetes labios de Hinata, pasando la cabeza por arriba y luego por abajo. Su precum espeso, pegado a su boca y brillando como una capa fresca de brillo labial.

"Bien, princesa", gruñó Naruto, metiendo la mano bajo la mandíbula de ella para sujetarla, para ejercer suficiente presión y mantenerla abierta para él. "Quieres que use esta boca hasta que derrame todo dentro, ¿eh?"

Y su dulce y perfecta Hinata, con la piel pegajosa de semen y sudor, se lo suplicó con los ojos...

Naruto - Le favori des dieuxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora