─Mm.. Mjum.... ─tararea lentamente. Su suave tarareo resuena con eco, en la solitaria habitación. No hay ruido de ningún lado.
Sus ojos se mueven, mirando cada pincelada. Analizandolas para seguir colocado más pinceladas negras, de una forma inteligente.
El rasposo sonido de las pinceladas llenan aquella casa silenciosa y solitaria. Siendo solo una respiración muy silenciosa qué acompaña
Es una habitación llena bocetos, rayones qué parecen no tener sentido. Hay muchas fechas escritas en la pared, repletas de calendarios, con fechas resaltadas en un vibrante carmesí.
La luz del sol da directamente sobre el lienzo, haciendo brillar la húmedas pinceladas de óleo. Algunas trazos son delicados, hechos con precisión, y otras son sumamente agresivas, como una mancha ruidosa.
Una joven mujer parece absorta en el lienzo, esperando plasmar algo con demasiado desespero. Pasa ferozmente el pincel en la tabla con pequeñas porciones de óleo de diferentes colores, combinando rápidamente unas con otras, hasta lograr el color que desea. Completamente cuerda, coloca pinceladas locas en algunas partes del lienzo, buscando una combinación extraña. Un contraste.
Esta tan absorta en lo que hace, qué ignora por completo todo su alrededor. El ruido, e incluso su alrededor parece desaparecer. Como si no hubiera algo más importante que terminar esa pintura.
Parece que su vista solo puede ver aquel lienzo frente a ella, porque no pudo ver ni escuchar a la niña asomarse en la puerta de la habitación.
Sus ojos reflejan admiración por lo que hace aquella mujer. ─Tiene unos ojos preciosos... Tal vez se debía a que están contra luz, pero los ojos de Tezza parecían brillar notablemente. Abby aveces sentía envidia de que Tezza fuera tan «bonita», como una muñeca.
Detrás de la niña, apareció un hombre semejante a ella, notando lo que Abby hacia. ─¿Porque no entras? ─murmuró confundido, al verla solo asomarse.
─Aun no se da cuenta que estamos aquí... ─ríe en voz baja, y cierra con cuidado la puerta.
Hace una seña de silencio y toca un par de veces. No espera respuesta y abre la puerta.
La expresión sombria de la mujer cambia rápidamente al escuchar el cerrojo de la puerta moverse y finalmente escuchar el chillido de la puerta, abriéndose completamente. Gira su rostro a dirección del sonido y deja su tabla en una mesita cercana y su pincel en un vaso con agua, mientras intenta quitarse la pintura de las manos con un trapo humedo.
Una niña de unos 8 o 10 años está entrando a la habitación, moviéndose rápidamente para ver el dibujo. ─Qué bonito... ─alago, poniéndose a su lado, para observar más de cerca el lienzo.
─Gracias, Abichuela... ─sonríe con una curva.
Abby choco las manos con Tezza e iniciaron su saludo de manos, cada vez más rápido. Depeus de un rato Abby se rio, aceptando su derrota.
─Sigues comportándote como una niña, Tezza. ─entre a la habitación, acercándose mienrtats mira los calendarios, sabiendo porque están hay, con fechas marcadas en rojo.
─Mike... ─saludo mientras se pone de pie al ver a él hombre entrar a la habitación.
Con una voz que arrastra algunas palabras y su apariencia cansada, parecía estar totalmente fuera de si. ─Perdón por venir repentinamente...
Suavemente nego con la cabeza. ─Descuida, Mike. Abby estará bien, ve tranquilo. ─respondió lentamente, entendiendo lo que Mike le quería decir.
─Gracias... Y nos vemos... Abby, portante bien. ─Mike, miro a la niña quien rio por su actitud chistosa y luego solo salió de la habitación en silencio, cerrando la puerta con cuidado.
Algunos segundos después, la puerta principal se abrio y se cerró.
Tezza giro hacia la niña, qué se había sentando en su banco, mirando el lienzo. No hubo ninguna palabra, hasta que Tezza recordó algo. ─¿Ya comiste? ─pregunto curiosa. Frotando sus manos en el trapo húmedos.
─No tengo hambre...
─¿Que tal una pizza? ─sugerio alegremente, con una voz cansada. La niña apretó los labios, queriendo negarse pero al final acepto. Tezza sonrió y acarició la cabeza de la niña. ─¿Deberíamos pedir postre? ¿Que tal un helado?
La solitaria casa del principio, ahora esta llena de ruido.
Abby no es una niña habladora y es bastante solitaria, pero Tezza de alguna forma sacaba su niña escondida y lograba jugar con Abby de una forma bastante infantil. Mike suele decirle que sigue actuando como una niña, a pesar de ser mucho mayor que ella.
─Bien, esperame aquí. No tardó. ─hablo con lentitud, acariciando con suavidad la cabeza de la niña y salió de la habitación, dejando la puerta abierta.
Mientras Abby dibuja, va a recibir la pizza, a domicilio.
Al pasar los pasillos, ve algunos retratos colgados, con cabezas iguales, sin rostros. Le dio las vuelta a todos, para no perturbar a la niña. Todo esos retratos los hizo ella, pero alguan razón, por mas rápido que intentará dibujar, nunca podía recordar los rostros.
Desde pequeña, soñaba con algunas personas y niños, pero no podía ver sus rostros, como si hubiera algo distorsionado. Muchos de esos retratos, fueron hechos durante la noche, en medio de algún trance extraño qué su médico no podía identificar. Justo como el dibujo que acaba de hacer, aun no ha dormido y por eso sus pasos son torpes y su voz no pronuncia bien, hablaba lentamente...
Un chico con una expresión nerviosa saluda. Debido a su cansancio, Tezza solo asiente y le pasa el dinero, cerrnsdo la puerta. Escucho un suspiro detrás pero no le importa, con la pizza en manos, finalmente estan listas para comer.
Se sentaron en el barra de la cocina, mientras Tezza servía un poco de jugo para Abby, hubo un momento de silencio, hasta que Tezza decidió romperlo. Mike no le había dicho nada y necesita respuestas. ─Tu hermano... Mike, ¿a donde ira?
─Dijo que a una cita de trabajo...
─Ah, vaya...
Se quedaron en un silencio. Tezza come lentamente, mientras piensa algunas cosas. Abby, la mira, intentado preguntar algo. ─¿Porque Mike... Tiene problemas para quedarse en un trabajo?
Tezza no supo que responder. Pensó otro poco más y suspiro. ─Mm... Bueno, porque tu hermano es un rebelde sin causa. Es difícil para el seguir reglas.
─Mi amigo dice que un idiota.
─Oye, lenguaje. Aunque tiene algo de razón, debes intentar empatizar con él.
─El ni siquiera lo intenta...
Tezza no respondió. No le corresponde.
Siguen comiendo, ahora cambiando de conversación, a una donde Abby evite sentirse triste.
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