Kingdom Fall

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Oriane Targaryen había nacido idéntica a su madre, la reina Alicent. Lo único que lograba
diferenciarlas era la personalidad ardiente como fuego de dragón que poseía la princesa.

No era difícil querer a la princesa Oriane; era amada en toda la corte y pronto se había ganado el apodo de "la reina de corazones" por su belleza y personalidad precoz. Muy inteligente y traviesa, le gustaba inmiscuirse en los consejos escuchando a escondidas y de cuando en cuando le seguía a Aegon alguna de sus tonterías.

Amaba el vino de miel dorniense, le gustaba bailar y escaparse con su hermano Aegon cuando nadie estaba lo suficientemente cerca como para notar su ausencia. Sus momentos de rebeldía y similitudes les había permitido crear un gran vínculo, mismo que se fortalecía al igual que los comentarios de que su matrimonio en unos años sería muy acertado. Sin embargo, la princesa no solo disfrutaba de la diversión de la corte y fuera de esta, también amaba la literatura y se tomaba una hora de su día para leer con su pequeño hermano el príncipe Aemond las maravillosas historias que atesoraba el reino. Los bichos no eran su especialidad, pero era muy buena para improvisar así que le gustaba crear trampas para ayudar a su hermanita, la princesa Helaena a atraparlos para después de haberlos estudiado, dejarles volver al verde jardín de los dioses.

La princesa Oriane no solo se distinguía por ser una perfecta hermana mayor, sino por gran unión con la reina. Cuando era más pequeña solía vivir pegada a las faldas de su madre y aunque ahora le gustaba la intimidad de la soledad nunca perdía la oportunidad para acompañar a la reina a beber el té con las damas de la corte o simplemente pasar un rato agradable en su presencia.

Los años más infantiles de Oriane habían sido los más felices a pesar de la indiferencia recibida por su padre, el rey Viserys, quién tenía una notable preferencia por los hijos de su media hermana mayor, quien era su heredera al trono de hierro; sin embargo aquella alegría le fue arrebatada cuando fue arrancada de los brazos de su madre aquel día en Marcaderiva. Tal acto provocó que el desprecio y desdén que Oriane sentía por Rhaenyra, creciera.

La reina había suplicado al rey que no la alejara de su adorada niña, mientras se aferraba a ella con fuerza. Los príncipes Targaryen, Aegon y Aemond (quien había perdido un ojo a causa de Lucerys Velaryon esa noche) habían ingresado a la habitación en defensa de su hermana mayor con espada en mano, amenazando a los guardias quienes tenían la orden directa del rey de llevarse a la princesa; aquel acto casi había logrado enternecer al rey, especialmente cuando vio a la princesa Helaena que permanecía sentada en el piso con sus manos sobre el rostro sollozando tristemente.

El rey Viserys se negó con rigor ante cualquier lágrima, súplica y expresión de dolor. Envió a la princesa Oriane lejos de su hogar. La princesa fue recibida en Antigua, el rey la había mandado con las Septas esperando que estas reformaran su mal comportamiento, pero se había equivocado, Oriane no sería la misma pero tampoco lo que él quería.

La princesa se prometió a sí misma que nunca doblará rodilla ante su media hermana Rhaenyra ni mucho menos la llamaría su reina, porque la única reina que existiría una vez que su padre muriera sería ella al lado del verdadero legítimo rey de los siete reinos, su hermano, Aegon.

La princesa se prometió a sí misma que nunca doblará rodilla ante su media hermana Rhaenyra ni mucho menos la llamaría su reina, porque la única reina que existiría una vez que su padre muriera sería ella al lado del verdadero legítimo rey de los ...

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