Asomón dentro del cristal de un coche.

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Temprano el gordito en los días saturnales

se arrimaba a matinales lecciones sobre el arte del sonido.

Antes de la hora se le ve insolente el llegar;

-" lo puntual es importante, con retraso a más tardar"-.

Hace mudo el instrumento, Florinato sabe más.

La misma entre las canciones, "mi Apolo consentido", no vale la pena tocar.

Lleva tiempo moderado moderno Fausto,

al son, compás muy natural.

Y al mayor atiende inexhausto

con paciencia sin igual.

La amistad de los hombres a los pupilos de antaño.

En un trato tan especial,

la musa y su musaraño daban norte en el lugar.

Preguntábase el pachón:

-"¿qué musa sorda encargó al ruido las historias contar?;

ciega, muda y pendeja más bien fue que debió estar"-.

Con genuino virtuosismo e incipientes muestras de razón.

En la helada noche batallaba por imaginar

del vero humano espíritu la fiel aparición;

en el cielo los trazos y destellos de color,

en la tierra festivo de la música el tronar.

Aunque quiso no ser parte de la tal presentación

en un acto de confianza se asomó por el cristal

del auto del concertista aparcado en estación.

Palabra o cosa de arte tal vez pensaba hallar;

pero fue sorpresa y asombro lo que obtuvo tras mirar

al Apolo, con el labio del provecto dándole un beso en el hombro.

Ángeles profieren suaves motetes que se mofan del Señor.

Y sus cánticos los rayos de Apolo despejaron,

en un coche de algún lujo con más lujo lo clavaron.

Revuelve tripas el arte cuando al tema es superior.

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⏰ Última actualización: Nov 15, 2023 ⏰

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