Noche tranquila.

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"Estoy afuera de tu casa, podemos hablar?"

Jungwon ahora se encontraba muy confundido, pues estaba muy tranquilo en su casa antes de que le llegara ese mensaje que le erizo el cuerpo entero. Se asomó por una de las ventanas, para ver como su amante lo esperaba desde abajo.

Corrió al espejo, se notó muy pálido y aplicó solo un poco de color en su rostro. No quería verse desesperado, pero tampoco podia decir que estar demasiado pálido era su mejor pinta. Corrió abajo y respiro tranquilamente antes de hablarle.

- Es tarde, ¿no crees?

- No importa. ¿Te pareces si cenas conmigo?

Suspiro.

- Jay, no lo sé. Recién llego del trabajo, apenas me duche y estoy exhausto... No te quiero rechazar.

- Te llevare a mi casa, y luego te traeré de regreso. Te prepararé una muy buena cena.

- Jay, es demasiado tarde.

- Quiero asegurarme que comas bien, es todo.

- Aún así es muy tarde. No va a funcionar.

- Entonces cocinare, veré que comas y me iré.

- ¿Cocinar?, ¿Qué?

Jungwon se sorprendió un poco con aquella propuesta, le causó cierta gracia que el mayor muestre tanto interés en él y termino sonriendo muy avergonzado por la actitud.

- Tomare tú silencio como un sí. Prepararé algo saludable, no puedes solo comer recalentado o de la cafetería. Necesitas comidas sanas.

- Todavía no acepte a tu propuesta no te pongas así.

- Incluso aunque me hubieras dicho que no tampoco te hubiera hecho caso. Tienes que comer bien.

Jungwon negó con su cabeza y termino accediendo a su propuesta, lo llevó a su departamento y se quedo cerca de la cocina para hablar con Jay cómodamente mientras esté revisaba los ingredientes disponibles.

Jay hablaba demasiado mientras cocinaba y hacía que Jungwon se muera de la risa. Lo había visto anteriormente en su trabajo y había notado que el estado de ánimo de Jungwon no era el más bueno, y no quizo quedarse sin hacer nada, mucho menos sabiendo que ahora él estaba enfermo.

No le molestaba para nada cocinarle, pero en su estómago sentía que había cruzado un límite estando ahí dentro. Podía sentir otro perfume aparte de el de Jungwon, había notado en uno de los estantes aquella taza con una foto de la pareja impresa, y había estado evitando mirar aquella pequeña foto de los recién casados, sin duda hubiera querido ser aquel hombre.

Más allá de eso, le tranquilizaba un poco escuchar como Jungwon reía y respondía a todo lo que el decía. Le gustaba que él tuviera esa comodidad con su presencia, le gustaba que no se haya dejado llevar por el remolino de la incomodidad. Aun pensaba y recordaba en aquel último día que se habían visto, antes de su dramática ida.

- ¿Por qué solo me serviste a mí?

Cuestionó Jungwon.

- Lo preparé solo para tí. Come.

Jungwon sonrió y se atrevió a dar el primer bocado, estaba delicioso. Sabía bien que Jay cocinaba exquisito pero no podía comer solo y bajo la vigilante mirada de el otro.

- ¿Te gusta?

- Sí.

- ¿Por qué esa cara entonces?

Jungwon se levantó de la mesa y fue a servir otro para uno más.

- Me da vergüenza comer solo y delante de tí.

Dejo los platillos y los cubiertos un asiento al lado suyo.

- Come conmigo, por favor.

Jay río, pero no se negó. Tomó asiento a su lado y comieron juntos. Cenaron cómodamente y terminaron por beber un trago juntos antes de que Jay se marchara.

Y aunque había estado tratando de mantener la distancia, aquel perfume fuerte que desprendía su acompañante terminó por embriagar a Jungwon.

- Esta mal, ¿sabes?

Dijo al notar la cercanía del otro.

- Lo sé.

Respondió con la mirada fija en sus ojos.

- Tengo que detenerte.

- Hazlo, por favor.

Amor FloralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora