Altar.

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Los invitados estaban sentados expectantes para el nuevo matrimonio, dos jóvenes que se unirían para amarse y respetarse en esta nueva etapa de su vida.

Nicholas quien habría sido la pareja de Jungwon por almenos unos tres meses, como máximo, se encontraba de pie sobre el altar esperando a su amado. Se veía realmente bien, demasiado emotivo, algunos de sus familiares ya habían largado en llanto de solo verlo con el traje de bodas, él solo mostró una sonrisa amable.

Se veía feliz.

Solo se veía feliz.

En realidad para Nicholas había sido algo difícil esta relación, no es que no lo amara él lo amaba mucho, pero no se sentía listo para el matrimonio. Incluso si estaba de pie sobre el altar, el corazón le latía a mil. ¿Sería lo suficientemente bueno para merecer a Jungwon?, ¿Jungwon lo amaría igual para el matrimonio?.

Era difícil.

Jungwon no era un desgraciado con Nicholas, lo quería y mucho pero él sabía lo que le sucedía.  Nicholas amaba sin control a Jungwon, y sabía respetarlo, darle su espacio y tiempo, pero Jungwon no lograba abrirse del todo con él y por más espacio y tiempo que Nicholas de, seguía sintiendo que no era suficiente.

Los padres de Jungwon se acercaron a Nicholas y comenzaron a felicitarlo y halagarlo, le daban ánimos y fuerzas para que no tuviera miedo del matrimonio o que no se sienta presionado, fue un gesto que Nicholas aprecio mucho. Que los padres de su novio lo quieran, lo acepten y lo traten como un hijo era un sentimientos demasiado agradable para Nicholas.

Cuando logro desviar la atención del público camino sigilosamente, dirigiéndose al cuarto donde su novio se estaba preparando. Golpeó la puerta suavemente con nudillos y espero respuesta.

¿Quién?.

— Wonnie, ¿puedo pasar?.

Es de mala suerte Nicholas. Nos vemos después, ¿ok?.

Sabes que eso es mentira.

Un minuto.

Sonrió y aguardo enfrente de la puerta. No espero mucho ya que a los segundos su novio le dio permiso de entrar, este paso tímido y quedó de pie a un lado de la puerta.

— Dime.

Nicholas observo la camisa y los pantalones del contrario. Al parecer se habia echado una siesta.
Pero fue directo al punto, comenzó a hablar de lo que le inquietaba.

— Quiero estar seguro de que tú te quieres casar conmigo. No quiero que te sientas presionado, si aceptaste por presión, lo siento. Jamás busque que te sientas obligado a aceptar, solo quiero que seas feliz. Eres un chico maravilloso, Jungwon. No me perdonaría perderte por culpa de mi imprudencia.

Jungwon guardo silencio unos segundos, suficientes para que Nicholas notará como comenzaban a aguarse los ojos del contrario.

— Eres una gran persona Nicholas.

La ceremonia estaba por empezar, lo invitados estaban sentados enfrente del altar expectantes a la nueva pareja. Nicholas había hecho su entrada sofisticada y quedó posicionado en su lugar sobre el altar. Estaba todo perfecto.

Ya pronto entraría aquella persona quien lo hacía feliz, de quien tan enamorado estaba, aquella persona por quien haría lo que fuera. Espero en silencio, expectante a la gran entrada.

Todos esperaron.

Nicholas espero.

Las puertas se abrieron.

Derrepente todos comenzaron con los aplausos, los pétalos de rosas volaron por los aires marcando un camino hasta el altar. Nicholas se sentía tan emocionado, no se dio cuenta de que estaba llorando hasta que su amigo y padrino de bodas le paso un pañuelo para contener sus lágrimas.

El público por otra parte, también se sentía conmovido por la escena, les enterneció la emoción de los novios. Jungwon quién era llevado al altar por su padre, a mitad de camino había largado varias lagrimas pesadas.

Ambos lloraban.

Jungwon sentía sus manos temblar, mantuvo la cabeza en alto y las lágrimas cayeron sobre el hermoso ramo que sostenía. Sus piernas dudaron cuando su padre lo soltó, debía caminar solo y su cuerpo no respondió por unos segundos hasta que su novio le extendió su mano.

Se paro enfrente de Nicholas. Claramente podía ver la felicidad y emoción que Nicholas desprendía, aquello hizo que soltara más lágrimas. Lágrimas que Nicholas no dudo en limpiar en ningún segundo.

— No llores Wonnie. No llores.

Jugnwon no oyó nada de lo que decían a su alrededor, solo era consciente de mirar la corbata bien arreglada de su pareja enfrente suya. Pensaba en la corbata, en como habría logrado el moño perfecto su novio, Jungwon jamás habría logrado un nudo perfecto como ese.

El ramo.

Ahora detallo el ramo, tenía las espinas del tallo cortadas, un listón hermoso uniendo todos los tallos, las flores olían delicioso, eran de colores claros y conquistaba la mirada estéticamente.
Pero Jungwon sentía que se arruinaban a causa de sus lágrimas.

Estaba perdido en su cabeza, sus pensamientos lo dominaban por completo y las lágrimas no habían cesado.

— ¿Jugwon?

Volteó a mirar el hombre enfrente de ellos, aquel que juraba tener el poder para poder unirlos hasta que la muerte los separe.

Jungwon solo alcanzo a limpiarse las lágrimas. Inhalo el oxígeno fingiendo que aquella acción  era lo único que hacía bien.
Miro a sus padres, quienes le asintieron con la cabeza y quienes estaban rompiendo en llanto por la emoción, sus familiares, sus amigos, el resto del público.

Miro a Nicholas, y solo logro sentir que la mirada tan cálida que le estaba regalando era profunda, desde el corazón.

Volvió la vista al salón.

Había decorado todo con las flores lilas, violetas, blancas, crema. Desde los telones, las paredes, los asientos, hasta el código de vestimenta de los invitados involucraban estos colores a excepción del blanco. Él era la única estrella que resaltaba impecablemente.

Su vista se paseo en aquel último asiento, lejos de la multitud del centro, donde reposaba un un ramo de dos rosas, una rosa claro y la otra celeste.

Quedo estático en lo que él siento que fue una eternidad hasta que volvieron a exigir su atención.

Miro a Nicholas, más lágrimas volvieron a rodar.

— ¿Wonnie?

Jungwon solo alcanzo a cerrar los ojos y respirar. Nadie más que él noto el ruido de las puertas abrirse y cerrarse detrás de todo.

— Acepto.

Nicholas acarició con ternura su rostro. La misma pregunta fue hecha otra vez, pero nadie dudo en aceptarla en esta ocasión.

— ¿Existe alguien en esta sala que quiera oponerse?

Nicholas lo notó. Notó la búsqueda de aquellos ojos húmedos.

Más nadie se presentó.

— Pueden besarse.

Y a pesar de saberlo, fue Nicholas el que dio del primer paso y tomó el rostro del contrario.

Los besó.

Besó aquellos labios rotos.

En su sentimiento egoísta quiso curar las heridas que cargaba, quiso cuidarlos y besarlos.

Solo que no supo besarlos bien debido a eso sintió aquel gusto salado, besó sus lágrimas.

Amor FloralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora