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Shohei caminaba por los pasillos de la universidad tranquilamente y sin prisas, saludando sin muchos ánimos a quienes intervenían en su trayecto.

Sociable que digamos nunca ha sido, por lo que recordaba pasar de ser invisible a estar totalmente expuesto  cuando llegó al puesto de capitán hace un tiempo, la cantidad perturbante de atención que recibió le hizo preguntarse si de verdad había tomado la decisión correcta de haber aceptado el mando. No mucho después aprendió a lidiar con ello, se acostumbró a rechazar de la manera más amable que podía las salidas y propuestas indecorosas que con frecuencia le hacían y, sin importarle que lo tacharon de aburrido y mojigato, su vida como capitán se volvió un poco más sencilla.

Sin embargo, que aún lo tuvieran en la mira después de abandonar todo, si lo sorprendió un poco, pues era impresionante la manera en la que todos hacían como si no existieras una vez dejabas de ser alguien de status importante en esa universidad, al parecer ese no era su caso. No le dio mucha importancia y siguió caminando hasta llegar a la oficina de la persona que, seguramente, le iba a jalar las orejas por ser el último en saber que había regresado.

Tocó rítmicamente la puerta y un fuerte "¡adelante!" se escuchó desde el interior. Abrió la puerta y asomó la cara, sonriendo. Con la vista clavada en algunos documentos sobre el escritorio, estaba su antiguo entrenador y mejor amigo, sus anteojos resbalando por el puente de su nariz. El hombre de cabello rojo alzó la mirada al sentirse observado, su ceño fruncido cambiando a una mueca de confusión y luego a una alegre al darse cuenta de quien se trataba.

Hola, entrenador. — dijo, entrando al lugar, cerrando la puerta tras de sí.

— Shohei, hijo de puta!.

Nakamoto Yuta saltó de su asiento y se acercó para abrazarlo efusivamente.

Creía que me estaban tomando el pelo cuando me dijeron que habías vuelto. — dijo al separarse del abrazo, sin dejar de sonreír para después darle un puñetazo en el hombro, haciéndolo quejarse. — ¿Porqué no me avisaste primero, eh? ¿Donde quedó nuestra amistad, imbécil?

— Ya me lo esperaba. — dijo por lo bajo, sobándose el lugar del golpe. Soltando un suspiro antes de volver a hablar. — Perdón por eso y por haberme ido tan de repente y sin decirte, hyung. Eso no fue muy profesional ni prudente de mi parte.

El mayor negó con la cabeza y le sonrió.

Te conozco como la palma de mi mano, Matsushima. — lo guió a sentarse y él retomó su lugar detrás del escritorio. Comenzando a recoger un poco el desorden que tenía sobre este. —. Nunca haces algo impulsivo, sin tener una razón válida.

Shohei soltó una risa sin gracia por lo bajo.

Supongo que estás en lo cierto. — el mayor termino de organizar y se acomodó los lentes para después mirarlo atentamente, notando que el chico frente a él, podía tener la apariencia física de su mejor amigo, pero no era el mismo Shohei risueño que tiene conociendo la mitad de su vida. La chispa que lo caracterizaba, ya no estaba.

Ahora, si no te importa. ¿Quisieras contarme que fue lo que sucedió, Shohei?. — pudo ver que el menor se tensó. — ¿Cual fue el motivo por el que desapareciste?

El peli castaño respiró profundamente y se convenció de que hablar de ese tema tan absurdo y estúpidamente cruel con Yuta, no sería más que un alivio para sus hombros y un calmante para su mente. Comenzó a contarle todo, desde como su querida madre y su abuelo ordenaron que lo siguieran y vigilaran en cada cosa que hacía y con quienes se juntaba, hasta de como lo amenazaron con destruir su sueño como jugador, y al equipo de hockey junto con él, si no se regresaba a Japón de inmediato.
De no haber sido por su papá, justo ahora estuviera casado con una mujer de muy prestigioso apellido y que probablemente nunca hubiera visto en su vida.

Quiero creer que todo esto, fue por cuestiones de dinero y poder. — dijo el mayor después de unos segundos de analizar todo lo que había escuchado. Quitándose los anteojos y presionando el puente de su nariz. — Pero, conozco lo suficiente a tu abuelo y, no te ofendas, a la loca de tu madre. — Shohei soltó una pequeña carcajada, moviendo su mano restándole importancia, dándole la razón. — Te vieron con alguno de nosotros?, quiero decir, con los que tenemos novio y no una novia, cierto? — el menor asintió despacio. — No puede ser, ¿viven en el siglo XVIII o que?

— Eso parece. — rodo los ojos, comenzando a jugar con las tiras de su sudadera. — La pasé realmente mal, hyung. Fueron solo unos cuantos meses en los que tuve que aguantarme sus palabras hirientes y su manipulación, citas con chicas con dinero para lanzar al techo y actitudes desagradables, pero eso no me importaba con tal de que ustedes no se vieran afectados por sus locas creencias. — Yuta le dedicó una mirada comprensiva y le sonrió. — Ya después de que mi papá regreso de viaje, no pudieron seguir con el circo. — sonrió al recordar lo enojado que estaba.— A mi papá no le gustó el como me estaban tratando y todo lo que querían hacer conmigo, peor fue cuando el resto de mi familia se enteró, todos ellos intervinieron para que me dejaran en paz. Aun así, mi abuelo amenazó con quitarme cualquier tipo de ayuda monetaria si me regresaba a Corea y con quitar mi nombre de su testamento si se llegaba a enterar de que yo me había vuelto un desviado.

— Viejo loco... — Shohei soltó una pequeña risa ante el comentario

— Mi papá es quien está ayudándome mientras empiezo todo desde cero, ya que cumplieron su palabra y congelaron mis cuentas. — se encogió de hombros. — El dinero no me afecta, eso nunca me ha interesado, me preocupaba más el hecho de no poder seguir con la vida que tengo aquí, de jamás volver a pisar la pista de hielo o jugar, de no volver a ver a ninguno de ustedes...

— Lo bueno es que ya estás aquí, tontito. — saltó nuevamente de su asiento al ver que estaba a punto de llorar y lo abrazó. Shohei siempre ha sido alguien fuerte, pero también es un chico muy sensible aunque no lo parecía. — ya, me vas a llenar de mocos! — sonrió cuando escucho al menor reírse. — oye, ¿tienes algo más por hacer?

Shohei se separó del abrazo y se limpió el rostro con un pañuelo que le ofreció Yuta.

— No. Mis clases reinician el lunes.

— Genial! Mi horario ya acabó, vamos por unos tragos y así nos ponemos al día. Yo invito. — el peli castaño pareció pensar su propuesta y el mayor lo sacudió por los hombros, mientras sonreía. — andaaaa, vamooos...

— Bien, bien. Tu ganas.

Yuta soltó una carcajada y se dispuso a recoger sus cosas, no estaba seguro de que... Pero sabe que hay otra cosa que tenía inquieto a Shohei, y que mejor manera de hacer que le cuente que con un poco de alcohol en el sistema.



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♬♫♪𝐵𝑎𝑐𝑘 𝑇𝑜 𝑀𝑒♪♫♬ 𝐸𝑢𝑛𝑠𝑒𝑜𝑘 𝑥 𝑆ℎ𝑜ℎ𝑒𝑖  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora