La familia cristiana.

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En tierras llanas y verdes prados,
se alzaba una familia de pastores,
con corazones fieles y devotos,
guardianes del rebaño divino.

Un padre de sabiduría infinita,
guiaba con su humilde voz,
sus palabras, mensajes de esperanza,
que llenaban de fe el corazón.

Su esposa, dulce y compasiva,
con amorosas manos tejiendo,
abrigo caliente para aquellos que,
sin hogar, sin refugio llegaron.

Sus hijas, flores en el campo,
radiantes con su pureza celestial,
oraban con fervor y alegría,
por cada alma sedienta de redención.

Sus hijos, valientes y consagrados,
erguían sus brazos como espadas,
luchando contra las fuerzas oscuras,
y esparciendo la luz de la verdad.

Unidos en oración y en la Biblia,
practicaban la caridad sin medida,
alimentando el hambriento y cansado,
ofreciendo amor y comprensión.

La familia de pastores cristianos,
refugio de almas desamparadas,
portadores de la palabra divina,
héroes invisibles en la fe entregada.

Días largos y noches estrelladas,
en comunión con su rebaño y con Dios,
pastores perseverantes y valientes,
luchando por llevar a otros al Salvador.

Ante la niebla y la tormenta,
jamás flaquearon sus corazones,
con la guía del Señor, su camino,
firmes en su propósito y misión.

La familia de pastores cristianos,
un ejemplo vivo de amor y bondad,
su legado, un regalo eterno,
que el tiempo no logrará silenciar.

A través de los siglos, su esencia,
permanece latente en cada corazón,
inspirando a nuevas generaciones,
a abrazar la fe y la comunión.

Oh, familia de pastores cristianos,
con vuestra luz y entrega sincera,
habéis dejado una huella eterna,
en los caminos de la tierra divina.



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