Pasaron semanas y la curiosidad qué yo tenía por esa valla me estaba matando. Así qué un día no aguanté más.
-Mamá- dije yo.
-Dime Abril (mi nombre)- respondió ella.
-¿Y esa valla para qué es?- pregunté de una vez por todas.
-Ah eso, verás, no es nada importante- me respondió.
-Y..¿Entonces por qué está ahí?-volví a insistir.
-¡Qué no es nada he dicho!-me gritó.
Supuse qué estaba enfadada por haber sido tan pesada, pero, de verdad, necesitaba saber porqué estaba esa valla ahí.
Así que esa misma tarde dije:
-Mamá, voy a salir un rato-.
-Vale, pero vuelve a la hora de cenar- respondió.
Ella no iba a enterarse de nada de lo qué hacía, ya tenía una edad, no digo qué fuese vieja, pero, tampoco estaba en su momento más joven. Tenía 50 años.
Esa tarde, concretamente a las 18:30, agarré una mochila con agua, comida y una linterna por si oscurecía.
Sin pensarlo, salí de mi casa y empecé a caminar recto siguiendo la eterna valla.
Era una valla de alambres qué estaba cubierta con un tipo de tela bastante fina, no parecía que fuese a electrocutarme, así qué seguí andando buscando un hueco por el qué mi cuerpo pudiese pasar y así poder colarme.
Al cabo de una hora, al fin, lo encontré.
Me colé por debajo sigilosamente junto con mi mochila.
Al entrar, no sabía lo qué mis ojos veían, era como un tipo de ejército qué trataba muy muy mal a otro tipo de personas qué parecían presos.
Iba a salir asustada de aquel sitio pero, una manos me agarraron fuertemente y caí al suelo.
-¿Estás bien? No era mi intención asustarte- dijo una voz la cual no reconocía.
-Si, si, estoy bien- respondí todavía sin entender nada.
-Verás, tienes qué irte de aquí- dijo él.
-¿Por qué? Acabo de llegar- respondí.
-Este no es tu sitio-.
Entonces él me empujó y salí de ese sitio qué no comprendía.
El chico parecía de mi edad, mucho más alto qué yo, tenía piel clara, ojos marrón café y pelo rubio.
No se parecía a mí, yo era bajita, de pelo castaño y morena.
Yo retrocedí para volver a mi casa, si se podía llamar así.
-¡¿Dónde estabas?! Son las nueve de la noche y te dije claramente qué volvieras a la hora de cenar- dijo mi madre al yo entrar por la puerta de casa.
-Perdón mamá, se me pasó la hora...- dije con miedo.
-¡Vete ahora mismo a tu cama!- me gritó.
Yo asentí con la cabeza, fui directamente a mi habitación y me quedé observando las estrellas del cielo qué se veían preciosas desde mi ventana.
Luego me quedé pensando a lo qué se refirió el chico cuando dijo ''Verás, tienes qué irte de aquí, este no es tu sitio.''
No entendía porque ese no era mi sitio...
No dormí hasta las 3:30 de la mañana, en cambio, me quedé pensando en por qué me dijo eso.
-Despierta ya, vaga- me decía mi madre cuando ya era la hora de levantarse.
-Estoy muy enfadada contigo, por eso, he decidido qué no saldrás de casa dentro de unas semanas- dijo ella.
Yo no respondí, estaba tan cabreada que lo mejor qué se me ocurrió fue coger todas mis cosas e irme de casa sin decírselo a mi madre.
Eso fue lo qué hice, abrí la ventana, y como nuestra ''casa'' era de un piso, dí un salto y corrí sigilosamente para qué mi madre no me viera seguir la valla.
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Nunca te dejaré
RomanceAbril, una chica de 13 años, comienza a sentir curiosidad por la extraña valla enterna de al lado de su casa y decide entrar para ver lo que sucede allí. Lo que ella no sabe es que ese sitio es como una carcel y que tiempo después tendrá que esc...