Capítulo 6-Muchos problemas

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-Brais, lo siento mucho...No debería de haberme puesto así, es mi culpa qué todavía no hayamos salido de este sitio, perdóname por favor- le dije con toda la sinceridad del mundo.

-Yo también te quiero pedir perdón, soy un desagradecido, ya lo sabes- respondió él.

-Te tengo qué contar algo...- dije nerviosa.

-¿El qué? Me puedes contar de todo-.

-Las dos últimas semanas me he sentido muy rara contigo...creo qué me gustas- dije temblando.

Entonces, él se acercó a mí y me acarició la mejilla.

No le hace falta decir nada, solo nos besamos, entre flores y hierba, alejados de los guardias de seguridad para que no nos vieran y a partir de ese momento, vinieron muchos problemas.

A la mañana siguiente, nos despertaron soldados como todas las mañanas, entonces, vino otra vez la pesada de mi madre (qué seguía buscándome) a fastidiarlo todo.

-¿Cómo te llamas muchacho?- se dirigió mi madre a Brais.

-Me llamo Brais, señorita- respondió él.

-Te vamos a hacer unas preguntas, ¿si?

No tengas miedo, será rápido-.

Esas palabras qué le salieron a mi madre por la boca sonaban muy sospechosas...

Mi madre se llevó a Brais de la mano, yo estaba muy preocupada, entonces, ellos dos entraron a una especie de sala, había dos sillas, una enfrente de otra.

En una se sentaba mi madre, en la otra Brais.

-Muy bien Brais, explícame qué es esto- dijo mi madre señalando un pelo.

-No lo sé, señorita- respondió.

-No te hagas el tonto, este es un pelo de mi hija, tiene su ADN ¡Explícame qué hacía en tu cama!-.

A Brais se le quedó una cara completamente pálida, no supo qué responder.

-Señorita, le aseguro qué yo no conozco a su hija de nada- replicó él.

-¿A no? ¿¡Entonces qué hacía en tu cama!?- gritó mi madre.

Yo estaba escuchando todo desde fuera.

-Eres tonta Abril, os van a matar por tu culpa- me decía yo a mi misma.

-Señorita, le puedo jurar qué no tengo ni idea de ese pelo- siguió insistiendo Brais.

-Esta bien Brais, lo haremos por la buenas o por las malas- seguía mi madre.

-¿Con quién dormiste anoche?- preguntó ella.

-Dormí solo, señorita- le respondió.

-Si no me dices la verdad, lo haremos por las malas Brais ¿Quieres qué te torturemos?-.

-No señorita-.

-Pues hazme el favor de no mentir-.

-Esta bien...Anoche dormí con una amiga qué se llama Carmen- mintió él.

-Enserio Brais, ¿no se te ocurre nada mejor?- me dije yo misma.

-¿Puedes describir a Carmen?- preguntó mi madre.

-Carmen es más baja qué yo, es morena y con el pelo corto- dijo él.

-Qué raro...¿Es a la qué pegué el otro día?- preguntó ella.

-Sí señorita- respondió Brais.

Entonces, salí corriendo hacia la cabaña y me senté en la cama de Brais.

Mi madre vino hasta la cabaña y...

-¿Te llamas Carmen?- me preguntó.

-Sí- respondí con miedo.

-Sígueme, por favor- me dijo.

Yo la seguí y me llevó al mismo sitio donde estaba antes hablando con Brais.

-Carmen, ¿has dormido con Brais?- me preguntó.

-Si, ayer- respondí.

-Esta bien, ven conmigo-.

Entonces, mi madre me cogió de la mano y me llevó a una sala rara.

-Te haremos una prueba de ADN con el pelo qué encontramos en la cama de Brais- dijo ella.

Sin yo poder responder, rápidamente ella me cortó la mano, me sacó sangre y dijo:

-Ya te puedes ir-.

Yo me fui de esa extraña sala.

-Brais, nos van a matar, cuando mi prueba de ADN salga positivo...nos descubrirán- le dije con lágrimas apunto de salir de mis ojos.

-No, no, no...- respondió.

Ya había anochecido, nos fuimos a dormir.

-Brais, sabes qué te quiero...- le dije sabiendo qué íbamos a morir a la mañana siguiente.

-Yo también te quiero Abril- respondió.

Le dí un último beso de despedida y nos dormimos.

A la mañana siguiente desperté y Brais no estaba conmigo en la cama.

Estaba asustadísima, supuse qué le habían matado y me eché a llorar.

-Carmen, tengo qué hablar contigo- dijo mi madre entrando en la cabaña-.

-No iré contigo a ninguna parte. ¿Dónde esta Brais?- respondí inquieta.

-Una respuesta más así y mandaré qué te maten, recuerda qué eres una judía y qué eres mi esclava- me respondió tirándome al suelo con un empujón.

Entonces, cómo no quería seguirla, me escapé.

Corrí con todas mis fuerzas para salir de la cabaña pero resulta que había guardias detrás mía y me dispararon.

Después, me desperté como en una especie de sala blanca qué parecía un hospital.

Miré a ambos lados, estaban Brais y mi madre.

-¿Por qué reaccionaste así?

Bueno, solo iba a decir qué no eres mi hija, ya qué no tienen el mismo ADN, y tampoco podrías ser mi hija aunque tuvieras el mismo ADN porque eres una bruta, asquerosa, judía...- dijo mi madre.

Yo salí de la sala y corrí hacia Brais.

-¿Cómo lo has hecho?- pregunté.

-¿Lo del ADN?- me preguntó.

-Sí- respondí.

-Mientras dormías, me escapé y cambié la prueba positiva por una negativa antes de qué tu madre se diera cuenta-.

-Muchísimas gracias, te quiero- dije abrazándole.

Pasó un año y medio, todo estaba tranquilo, él y yo trabajamos juntos todos los días para los nazis y lo más importante, éramos felices.

Yo seguía buscando la respuesta a cómo escaparnos sin rastro, y un día...la encontré.

Nunca te dejaréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora