-Y tú qué sabrás, se supone qué soy la mala y qué todos los nazis somos iguales. ¿No?
Mañana me voy de este asco de sitio, y qué te pudras en él porque como soy ''Nazi'' soy igual qué todos los qué os tratan mal, ¿verdad?
Él tan solo se dio la vuelta y no me dirigió la palabra en toda la noche.
Al despertar, yo fui antes qué él al desayuno, terminé, cogí mis cosas y me dirigí a la valla.
Entonces, Brais vino por detrás y me agarró del brazo.
-No te vayas, se qué solo nos conocemos de dos días y qué no tenemos las mismas ideologías pero no debería de haberte dicho eso, supongo qué me cuesta confiar en la gente, ellos me arrebataron lo qué más quería en este mundo-.
-Era una broma todo, no me iba a ir, por mucho qué me dijeras qué no soy tu amiga-.
Entonces se acercó y me abrazó.
Yo no pude evitar sonrojarme, era el primer chico qué me abrazaba.
Le aparté de mi.
-Oye, no te flipes, qué te acabo de conocer- dije.
-Por cierto, ¿qué te arrebataron los nazis?- pregunté.
-A mis padres, ahora soy huérfano-.
-No te preocupes, cuando todo esto acabe, mi madre te adoptará- dije yo con una sonrisa en la cara.
-Espera...¿que? ¿Tu madre sabe dónde estás?- dijo asustado.
-No, me mataría, pero cuando salgamos, se lo explicaré todo- dije convencida de qué saldríamos de ese infierno.
Entonces, un soldado nos interrumpió y nos mandó a trabajar.
Mientras picábamos piedras para conseguir recursos, charlábamos.
-Entonces...¿somos amigos?- pregunté todavía intrigada.
-Sí- dijo él.
-¿Y eso de qué soy tu único amigo?- preguntó.
-Ah nada, es que en mi escuela diríamos qué no era una de las más populares- respondí con lágrimas en los ojos, yo odiaba hablar sobre mi pasado.
Ahora ya podía decir qué éramos amigos, estaba súper feliz.
Se hizo oscuro y hacía frío.
-A vuestras cabañas, esclavos- dijeron los soldados.
Yo me tumbé en el suelo y él en la cama.
-Abril- dijo él.
-¿Si?- respondí con voz ronca ya qué tenía sueño.
-Puedes dormir a mi lado, si quieres-.
Yo asentí con la cabeza y me tumbé con él.
A la mañana siguiente me desperté oyendo disparos.
-Shhh- me susurró Brais.
-¿Qué está pasando?- le pregunté.
-Un chico se ha negado a obedecer las órdenes y...- dijo nervioso.
Los nazis nos mandaron a trabajar, fuera hacía frío, estaba lloviendo y nos estábamos empapando todos mientras qué el barro nos cubría las piernas.
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Nunca te dejaré
RomanceAbril, una chica de 13 años, comienza a sentir curiosidad por la extraña valla enterna de al lado de su casa y decide entrar para ver lo que sucede allí. Lo que ella no sabe es que ese sitio es como una carcel y que tiempo después tendrá que esc...